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La carta de una mujer española indignada con el (lamentable) trato recibido por el Estado ante la solicitud de nacionalidad de su marido argentino y el hijo discapacitado aportado por él al matrimonio.
Cualquiera que me lea habitualmente sabe que soy española, funcionaria, casada con un argentino y con un hijo autista, aportado al matrimonio por mi pareja. En varias ocasiones he hablado de cualquiera de las premisas anteriores, unas veces para bien y otras para definir el pliego de quejas que conlleva mi condición.

Ahora no me queda más remedio que relatar el compendio de todas ellas, que da como resultado la incongruencia de nuestro sistema burocrático, que nada tiene que envidiar a cualquier país africano, asiático o en vías de desarrollo, sea cual sea su latitud.

Me casé, hace ya unos añitos, en Argentina y luego decidimos mi marido y yo venir a España a vivir, pensando que ésto era el primer mundo y sobre todo, pensando en nuestro hijo autista y la perspectiva de un futuro mejor para el, amparado en leyes como la de Dependencia... vaya por dios... o en la previsibilidad de vivir en Europa, con sus adelantos, sus leyes, su confortabilidad y su valor ante cualquier futuro.

Al llegar, le dije a mi marido que debería pedir la nacionalidad, habida cuenta de que nos íbamos a quedar a vivir aquí y aquí íbamos a pagar nuestros impuestos y votar a nuestros gobernantes... El tema me pareció sencillo porque al estar casado con una española, la nacionalidad era un tema simple, un corto papeleo.

Despues de cuatro años, la nacionalidad sigue en el limbo de los justos, aunque pague sus impuestos al erario español, la cantidad de documentos, viajes a Registros y Juzgados y peticiones de nuevos papeles a Argentina han sido y siguen siendo el pan de cada día...

Pero el tema llega ya a ser kafkiano cuando hemos intentado que nuestro hijo autista tenga también su nacionalidad española. La cantidad de documentación que nos han llegado a pedir no cabría en un post mediano y el colmo ha llegado hoy, en el que le piden "contrato de trabajo" y "nóminas"... ¡a un autista o a su padre, que está jubilado (con mucho júbilo, por cierto)!

En su momento, al iniciar el trámite, yo, como buena funcionaria y sabiendo lo que pasa con los papeles, de cualquier signo o tipo de trámite que uno vaya a hacer, entregué hasta la cartilla de vacunaciones propias, para que no tuvieran la más mínima duda ni me pidieran nada más que no figurara en la documentación exigida... pues bien, además de todos los requisitos, adjunté la declaración de la Renta, papel más que íntimo que nadie entrega así como así, aporté un documento notarial, redactado en el Consulado español en Argentina, en el que me hacía cargo de Guille, mi muchachito autista, a todos los efectos y cualquier cosa que al lector se le ocurra... ¡pues no, piden a mi marido contrato de trabajo y nóminas....! ¿De quién? ¿De un jubilado? ¿De nuestro hijo?... No señores: MIAS... parece ser que la Declaración de la Renta ni la vieron, así como el documento ante notario, ni siquiera que nuestro hijo es autista y no puede hablar, ni que su padre está jubilado, ni que llevan cuatro años residiendo en España...

Yo entiendo que ésto es lo que les hacen a todos los extranjeros que piden la nacionalidad: aburrirles, marearles, bajarles la moral a los pies y que al final desistan de su petición, cuando tienen todo el derecho del mundo, ya que pagan sus impuestos y cotizan a la Seguridad Social... o sea, que uno tiene todos los DEBERES pero DERECHOS... los justitos.

Hoy quise ir yo personalmente al Registro mareante, para que no le volvieran a tomar el pelo a mi marido... y casi salgo a hostias con el funcionario de turno, que seguramente no tiene más culpa que no leerse los expedientes y estar desbordado de trabajo. Pero yo, española y con ganas de que mi país funcione, no puedo tolerar que no termine ya de una vez un proceso dilatado, estomagante, cansino, del cual es responsable el Ministerio de Justicia y por nombre, su Ministro Fernández Bermejo, (por cierto, al cual voté en las elecciones anteriores). Los funcionarios de cada ramo tienen que saber leer los papeles que pasan ante sus ojos y conocer a quien le piden cosas y a quien no se les puede pedir, porque son habas contadas, blanco y en botella. Y es indignante estar viviendo lo mismo que viven otros. Lo sé de buena tinta, no me lo han contado... Si los españoles supieran el trato que se les da a los emigrantes o residentes extranjeros...

¿Por qué regalan la nacionalidad a futbolistas, atletas, albano-kosovares, o quienquiera que las consiga en dos días, y a la gente común, con todo en regla y mucho más merecimiento les hacen pasar por un suplicio burocrático inadmisible?

Señor Ministro, Gobierno de la Nación, señor Presidente del Gobierno, Don José Luís Rodríguez Zapatero y toda la corte celestial... ¿ésto es lo que prometían? Estoy tan desilusionada que me cuestiono muchas cosas, entre otras, el voto futuro.

...¡ah, y ésto no cuesta nada, no hay crisis que valga! Seguramente hacer las cosas como dios manda sería bastante más barato que marear a los ciudadanos y además cooperaríamos a resguardar el medio ambiente, porque tanto papel amontonado en las mesas, para nada, va a acabar con toda la Amazonía antes de lo que nuestros próceres piensan. Y cooperarían a que los ciudadanos que viven en España tuvieran un mínimo de confianza en sus gobernantes. Yo, por mi parte, tengo cada vez menos.

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