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"Es ahora, cuando estamos entrando de lleno en una grave situación económica y de confianza, es cuando te das cuenta de la verdadera importancia de las palabras “control” y “supervisión” (entre otras) dentro del complicado sistema financiero." Fernando Móner Presidente de CECU

 

Siempre he adorado la economía como materia de estudio, primero en la universidad y, posteriormente, en mi relación directa con los problemas de los consumidores y, sin embargo, es ahora, cuando estamos entrando de lleno en una grave situación económica y de confianza, es cuando te das cuenta de la verdadera importancia de las palabras "control" y "supervisión" (entre otras) dentro del complicado sistema financiero.


He podido leer durante los últimos meses muchas y muy variadas opiniones, de España y fuera de ella, sobre las causas que nos han llevado a la situación actual y, aunque habría muchas conclusiones, yo voy a resaltar una: "tomadura de pelo". Sí "tomadura de pelo" a los consumidores, a las propia entidades de supervisión, a las leyes y a las medidas de control que tienen los diferentes países. Cuando salen a la palestra conceptos como créditos mentirosos, vehículos especiales de inversión, bonos peligrosos, no regulados o de alto riesgo… y todos ellos se han ido colocando por medio mundo sin que nadie percibiera nada, realmente pones en duda el "control" y la "supervisión" de la que tanto se habla (¿o a lo mejor si lo percibían algunos pero miraban hacia otro lado a cambio de buenos beneficios?).


¿Y después de esto, qué? Pues que empieza a rodar la bola de nieve: nadie se fía de nadie, nadie quiere prestar al otro pues no sabe realmente si va a poder devolver lo prestado, muchos ya no pueden devolver los créditos debido a una subida de tipos que ha supuesto un claro incremento en el tamaño de la deuda a devolver, baja claramente el consumo ante el miedo y ante la realidad de un poder adquisitivo que se ha recortado drásticamente en los últimos años (hipotecas más caras, inflación, cambio de pesetas a euros...) y todo ello en un entorno de endeudamiento masivo.


Y ahora nos dicen que debemos ser optimistas, aumentar el consumo, dar credibilidad al sistema y a las entidades que las componen y dar el visto bueno a la hora de sacar dinero de nuestros impuestos para inyectarlos en el sector financiero (sí, en esos bancos que cada año nos dicen que ganan cientos de millones de euros pero a los que ahora parece que debemos dar liquidez). También nos animan a seguir comprando viviendas e, incluso, piden a los Gobiernos que nos ayuden a comprar esas viviendas para ayudar al sector inmobiliario (sí, aquel que durante años ha presentado unos beneficios millonarios para seguir invirtiendo en un ladrillo que a su vez les seguía engordando sus cuentas y, por supuesto, haciendo que los consumidores pagásemos más por algo que no valía más).


Podría seguir hablando de sectores, de "tomaduras de pelo", de confabulación de unos y otros, pero, ante todo y aunque parezca lo contrario, no sólo soy de carácter optimista sino que tengo plena confianza en las personas y son estas, las personas, las que van a sacarnos de la actual situación. Estoy convencido de que la bola de nieve deshará su camino: poco a poco, el consumo irá creciendo, con ello la producción, que hará bajar el paro, incrementando los ingresos y… vuelta a empezar, pero esta vez a empezar bien.


Ojalá alguna vez tengamos gobiernos que se preocupen más de las familias, de los trabajadores, de los parados, de los jubilados y pensionistas… y den a entidades sociales, como las asociaciones de consumidores, la verdadera posibilidad de ayudar en la construcción de una sociedad mucho más justa y de esa manera evitar esas "tomaduras de pelo" que nos llevan a una crisis económica mundial.

 

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