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Si hay algo que une a todas las profesiones, de todas las épocas, y de todas las regiones, es el sentido del trabajo: mejorar la calidad de vida de las personas, en la sociedad que nos ha tocado vivir. El oficio por excelencia, es el oficio de servir a los demás. No piensen ustedes que me olvido de la feroz competitividad en la que nos movemos, ni en el espíritu competitivo que genera una cultura de empresa de beneficios a corto plazo.

EL OFICIO DE SERVIR

 

No existe un trabajo, en este mundo, que no beneficie a los demás; por simple que pueda parecer, cualquier actividad laboral, aporta beneficios a la comunidad en la que convivimos.

 

Tenemos muy claro que hay trabajos de servicio como: cuerpos de seguridad del estado, bomberos, sanitarios; sin embargo, no lo tenemos tan claro con la mayoría de actividades laborales. ¿Creen ustedes que: una manipuladora, un peón de albañilería, una dependienta, nos sirven con su esfuerzo laboral?

 

Soy partidario, de valorar y agradecer, la aportación de cada persona, en las diversas categorías profesionales y de todos los sectores de actividad. Quizás valorando el trabajo de los demás podemos generar un espíritu de servicio, que a través del entusiasmo que transmite a quién lo siente, optimizamos el rendimiento de la empresa.

 

Saberse útil e importante, en el trabajo que uno está realizando, hace sentirnos realizados y desarrollados profesionalmente. La profesionalidad está totalmente relacionada con el espíritu de servicio. Tenemos, lamentablemente, muchos ejemplos de profesionales que no realizan correctamente sus funciones laborales por la carencia del sentido del trabajo.

 

Desde la prehistoria hasta nuestros días, como seres sociales que somos, hemos creado muchos oficios, que con sus productos y servicios, nos han ayudado a mejorar nuestra calidad de vida. No hace mucho tiempo, en nuestro país existían oficios como: el lañaor, el guiñapero, el espartero, el azafranero, el afilaor; que ofrecían, sobre todo en el ámbito rural, un servicio que hacía la vida más cómoda.

 

Si hay algo que une a todas las profesiones, de todas las épocas, y de todas las regiones, es el sentido del trabajo: mejorar la calidad de vida de las personas, en la sociedad que nos ha tocado vivir. El oficio por excelencia, es el oficio de servir a los demás. No piensen ustedes que me olvido de la feroz competitividad en la que nos movemos, ni en el espíritu competitivo que genera una cultura de empresa de beneficios a corto plazo.

 

Nos dicen los expertos en estrategia empresarial, que tenemos que crear una cultura empresarial basada en el compromiso de los trabajadores con la misión de la empresa, automotivados, partícipes activos en la mejora de la organización del trabajo. Y yo me pregunto: ¿Quién sirve al servidor? A todos nos gusta que nos mimen, que nos atiendan bien, que valoren nuestro trabajo. Necesitamos recibir el aprecio y el reconocimiento de los demás. Por ello, debemos reflexionar con más asiduidad, si estamos sirviendo, en el ámbito laboral que nos compete, como a nosotros nos gustaría que nos sirvieran.

 

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