Los altos niveles de corrupción persistentes en los países pobres suponen un desastre humanitario continuo". En un entorno de escándalos empresariales permanentes, os países ricos también muestran retrocesos
Diario Responsable.com - En todo el mundo, contar con instituciones de control más sólidas, marcos legales estrictos y una reglamentación más rigurosa permitirá garantizar niveles más bajos de corrupción, así como una participación más significativa de todos los miembros de la sociedad, resultados más contundentes en materia de desarrollo y una mejor calidad de vida para las comunidades marginadas.
Con países como Somalia e Irak entre aquellos con mayores niveles de corrupción percibida, el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2008 de Transparency International presentado en el día de hoy advierte acerca del grave vínculo entre la pobreza, las instituciones que no cumplen sus funciones y el soborno. A su vez, otros retrocesos notables registrados en el IPC 2008 indican que la solidez de los mecanismos de control también se encuentra en riesgo en los países más ricos.
"En los países más pobres, los niveles de corrupción pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte, si lo que está en juego es el dinero destinado a hospitales o al agua potable", señaló Huguette Labelle, Presidenta de Transparency International. "Los altos niveles de corrupción y pobreza constantes que asolan a muchas de las sociedades del mundo representan un desastre humanitario continuo que no puede ser tolerado. Pero incluso en países más privilegiados, en los que la desigualdad en la implementación resulta inquietante, se requiere una iniciativa más activa en la lucha contra la corrupción".
Los resultados de 2008
El IPC de Transparency International mide los niveles de percepción de corrupción en el sector público en un país determinado y consiste en un índice compuesto, que se basa en diversas encuestas a expertos y empresas. El IPC 2008 clasifica 180 países (la misma cantidad que el IPC 2007) en una escala de cero (percepción de muy corrupto) a diez (percepción de ausencia de corrupción).
Dinamarca, Nueva Zelanda y Suecia comparten la mayor puntuación, de 9,3, seguidos inmediatamente por Singapur, con 9,2. Al final de la lista se ubica Somalia, con 1,0, precedida por una estrecha diferencia por Irak y Myanmar, con una puntuación de 1,3, y por Haití, con 1,4.
Si bien los cambios en la puntuación del Índice no se producen rápidamente, se han registrado modificaciones significativas en las estadísticas correspondientes a algunos países, tanto en el extremo superior como inferior del IPC. Un análisis de las encuestas de fuentes incluidas tanto en el Índice 2007 como 2008 indica que existen descensos significativos en las puntuaciones de Bulgaria, Burundi, Maldivas, Noruega y el Reino Unido.
Del mismo modo, pueden identificarse mejoras significativas en términos estadísticos registradas durante el año pasado en Albania, Chipre, Georgia, Mauricio, Nigeria, Omán, Qatar, Corea del Sur, Tonga y Turquía.
Fortalecer el control y la rendición de cuentas
Independientemente de si se trata de países con altos o bajos ingresos, el desafío de controlar la corrupción exige instituciones sociales y de gobierno que funcionen adecuadamente. Los países más pobres suelen sufrir las nefastas consecuencias de un Poder Judicial corrupto y un control parlamentario ineficaz. Los países ricos, por su parte, muestran señales de reglamentación insuficiente del sector privado, en lo que respecta a superar el problema de los sobornos que estos pagan en el extranjero, así como un control débil de las instituciones y operaciones financieras.
"Detener la corrupción requiere de un riguroso control a través de los parlamentos, las autoridades de justicia, los medios de comunicación independientes y una activa sociedad civil", señaló Labelle. "Cuando estas instituciones son débiles, la corrupción aumenta sin control, con consecuencias nefastas para la población común y, en un sentido más amplio, para la justicia y la igualdad en la sociedad".
La lucha mundial contra la pobreza en riesgo
En los países de bajos ingresos, la corrupción desenfrenada pone en peligro la lucha mundial contra la pobreza, y amenaza con frustrar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de la ONU. Según el Informe Global de la Corrupción 2008 de TI, los niveles de corrupción rampantes sumarían US$ 50.000 millones (€ 35.000 millones) —o casi la mitad de los desembolsos anuales correspondientes a ayuda mundial— al costo que supone alcanzar los ODM en materia de agua y saneamiento.
Esto implica no sólo redoblar los esfuerzos en los países de ingresos bajos, en los que el bienestar de importantes sectores de la población está en riesgo, sino que requiere además adoptar un enfoque más concentrado y coordinado por parte de la comunidad mundial de donantes, a fin de garantizar que la ayuda para el desarrollo apunte a fortalecer las instituciones de gobernabilidad y control en los países beneficiarios, y que los fondos destinados a ayuda cuenten con una protección adicional contra el abuso y el soborno.
Este es el mensaje que TI enviará a los Estados Miembros de la Asamblea General de la ONU, mientras estos se preparan a evaluar los avances logrados en el cumplimiento de los ODM el 25 de septiembre, con anticipación a la conferencia sobre Financiamiento al Desarrollo de la ONU que tendrá lugar en Doha, Qatar, en la que se asumirán diversos compromisos en materia de ayuda financiera.
El Prof. Johann Graf Lambsdorff, de la Universidad de Passau, encargado de elaborar el Índice para TI, subrayó los nefastos efectos de la corrupción y los beneficios de combatirla, al señalar que "las pruebas indican que una mejora en el IPC de un punto [en una escala de 10 puntos] incrementa el ingreso de capitales en un 0,5% del producto bruto interno de un país y los ingresos promedio hasta un 4%".
Soborno corporativo y dobles estándares
El desempeño cada vez más deficiente de algunos países exportadores del grupo de los más ricos, evidenciado en los marcados descensos de algunas naciones europeas en el IPC 2008, pone aún más en duda el compromiso de los gobiernos de controlar los métodos cuestionables empleados por sus compañías en la adquisición y gestión de empresas en el extranjero, además de las inquietudes que se plantean en el ámbito interno en cuestiones como la función del dinero en la política. La aparición constante de escándalos de sobornos en el extranjero, señala el incumplimiento más grave por parte de los países más ricos del mundo de la promesa de mutua rendición de cuentas en la lucha contra la corrupción.
"Esta doble moral es inaceptable y desconoce los estándares legales internacionales", afirmó Labelle. "Más allá de sus efectos perniciosos para el estado de derecho y la confianza pública, esta falta de resolución socava la credibilidad de las naciones más ricas al instar la adopción de medidas más activas de lucha contra la corrupción por parte de los países de ingresos bajos". Si bien la Convención de la OCDE contra el Soborno, que penaliza el soborno en el extranjero por parte de compañías con sede en los países de la OCDE, se encuentra en vigencia desde 1999, su implementación no ha sido uniforme.
No obstante, la reglamentación es sólo una parte de la solución. El cambio verdadero sólo puede producirse a través de un compromiso internalizado por parte de todas las empresas, independientemente de su envergadura, tanto en los países desarrollados como en vías de desarrollo, con una mejora genuina de las prácticas anticorrupción.
La lucha contra la corrupción: un pacto social
En todo el mundo, contar con instituciones de control más sólidas, marcos legales estrictos y una reglamentación más rigurosa permitirá garantizar niveles más bajos de corrupción, así como una participación más significativa de todos los miembros de la sociedad, resultados más contundentes en materia de desarrollo y una mejor calidad de vida para las comunidades marginadas.