¿Cómo crees que estos retrocesos impactan en el mundo corporativo?
Hace casi 25 años que empecé como abogado de empresa en el sector vitivinícola, en una multinacional presente en más de 150 países. Me sorprendía llegar a las diferentes instituciones sectoriales a las que acudía en representación de la compañía y ser, en la mayoría de las ocasiones, el 10%.
Os pongo en situación.
Eso supone que, en una gran mesa en la que participaban 10 profesionales, yo era la única mujer. El resto de asistentes eran caballeros vestidos con traje azul marino o marengo y corbatas de una marca de reconocido prestigio. Imponentes y elegantes. Profesionales de primer nivel a nivel nacional.
Es fácil imaginar que en semejante minoría era difícil participar activamente. Por varias razones, pero una más sorprendente que las otras (y documentada en diversos estudios): la voz masculina, más grave, se impone fácilmente sobre la femenina, que es más aguda. Cuando abría la boca para exponer mi opinión, generalmente era interrumpida. Para hacerme oír, había que gritar. Y no es mi estilo.
Pero acabé encontrando la forma de ser escuchada, en grupo o individualmente. A atreverme. A superar miedos y vergüenza.
Mucho se ha escrito sobre lo que aporta una mujer en el entorno empresarial. Diversidad, empatía, gestión de las personas… Yo solo aporto mi experiencia. Y es que los equipos formados por hombres y mujeres son más humanos, porque no somos máquinas, ni artificiales, ni robots, ni bots. Somos personas y tenemos familias y la conciliación es posible. De verdad.
Siempre pensé que con el tiempo mejoraría y vi cómo el 10% nos convertíamos en un 20%. En algún caso, éramos más.
Así que apuesto firmemente porque haya más presencia femenina en las empresas, a todos los niveles, pero cuanto más arriba en el organigrama estén mucho mejor. Y que se les den oportunidades y responsabilidades.
El clima laboral mejora sustancialmente. Y los resultados generalmente lo reflejan también.
¿Qué estrategias podemos adoptar para proteger y fortalecer los derechos conquistados?
Ya he contado que hace 25 años, en mi sector, acostumbraba a ser el 10%.
Sigo en activo y en algunas de las instituciones en las que participo se observa ahora una gran presencia femenina. A veces me pregunto si solo es “washing” y estamos ahí sentadas o en las listas para evitar críticas y protestas. O si realmente los hombres que nos invitan y convocan creen de verdad en que podemos aportar.
La generalización es la antesala del error y hay casos para todos los colores. Pero sin el apoyo de quién está en la cúpula directiva de la empresa, del Consejo o de la Administración, cambiar el escenario actual es prácticamente imposible.
Hoy en día, la mayoría de esos puestos están ocupados por hombres. Ellos son los que abren puertas, reparten sillas en los Consejos, apadrinan a profesionales.
Ellos siguen siendo la clave de que la mujer se incorpore de verdad al mundo: de la empresa, de la política, de la gestión…
Nosotras solo podemos seguir dando lo mejor para estar a la altura de lo que se espera de nosotras, como profesionales. Aunque también somos madres, hijas, hermanas, esposas, nueras, amigas… Como siempre, sin entender cómo hemos sido capaces de hacerlo. Pero ellos son la clave.