
Cada 11 de febrero, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia nos invita a reflexionar sobre estos desafíos y a plantear estrategias concretas para revertir esta situación. La evidencia es clara: la confianza en las propias habilidades y la capacidad de afrontar la frustración son factores determinantes para el éxito de las mujeres en STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Sin embargo, durante años se ha abordado esta problemática desde una perspectiva meramente académica o estructural, dejando en un segundo plano un elemento crucial: la salud emocional.
El empoderamiento de las futuras científicas y tecnólogas no se consigue solo con iniciativas que promuevan su acceso a la educación STEM, sino también con acciones que refuercen su autoestima, resiliencia y motivación. Si desde edades tempranas las jóvenes interiorizan la idea de que las ciencias no son “para ellas”, el impacto se traduce en una menor representación en estos ámbitos a lo largo de su vida. Combatir esta percepción requiere no solo fomentar el interés por la ciencia y la tecnología, sino también dotarlas de herramientas emocionales que les permitan gestionar la presión y superar los obstáculos con seguridad.
Uno de los principales factores que influyen en la confianza de las jóvenes es la escasez de modelos femeninos en estos sectores. La visibilidad de mujeres referentes en STEM es fundamental para romper la creencia de que la ciencia y la tecnología son espacios predominantemente masculinos. Es imprescindible que las niñas crezcan viendo ejemplos de mujeres exitosas en estos campos, lo que les permitirá proyectarse a sí mismas en roles similares. Iniciativas como los programas de mentoría juegan un papel clave en este sentido, pues no solo ofrecen inspiración, sino también acompañamiento y guía en momentos de duda o incertidumbre.
El desarrollo de habilidades socioemocionales también resulta esencial en la formación de las científicas y tecnólogas del futuro. Integrar programas de salud emocional en la educación STEM les permite gestionar la ansiedad ante los desafíos, fortalecer su autoestima y aprender a afrontar la adversidad de manera constructiva. Estos factores son determinantes para garantizar su permanencia en estos ámbitos, especialmente en entornos donde aún predominan sesgos y dinámicas excluyentes.
El diseño de espacios de aprendizaje inclusivos y colaborativos es otra pieza clave en esta transformación. Cuando las jóvenes encuentran entornos en los que se sienten valoradas y apoyadas, su sentido de pertenencia se refuerza, lo que incrementa su motivación y su confianza en sus capacidades. No se trata solo de generar oportunidades de acceso a la educación científica, sino de garantizar que una vez dentro, encuentren las condiciones necesarias para desarrollarse plenamente.
En paralelo, es imprescindible trabajar en la eliminación de los estereotipos de género que siguen permeando la educación y los medios de comunicación. Desde la infancia, las niñas reciben mensajes que condicionan sus intereses y aspiraciones, lo que en muchos casos las aleja de la ciencia y la tecnología. Sensibilizar a docentes, familias y creadores de contenido sobre la importancia de un lenguaje inclusivo y de representaciones equilibradas es un paso fundamental para cambiar esta narrativa.
En este contexto, la tecnología puede ser una gran aliada en la promoción del empoderamiento femenino en STEM. Iniciativas innovadoras como Emotinet, desarrollada por Psiconnea, han demostrado que la inteligencia artificial puede desempeñar un papel transformador en la gestión emocional de las jóvenes interesadas en estos campos. A través del análisis de patrones emocionales, esta tecnología permite detectar barreras internas y ofrecer estrategias personalizadas para fortalecer la confianza y la resiliencia.
Invertir en la confianza de las jóvenes interesadas en STEM no es solo una cuestión de justicia social, sino una necesidad para garantizar el desarrollo científico y tecnológico del futuro. Es momento de actuar con determinación y compromiso para que la próxima generación de científicas y tecnólogas cuente con las soluciones necesarias para brillar con luz propia. Porque empoderarlas no solo cambiará sus vidas, sino que transformará la ciencia y la tecnología en beneficio de toda la sociedad.