Hacer voluntariado encabeza la lista de buenos propósitos para muchos. Es el deseo de aportar algo positivo al mundo, de retribuir o, simplemente, de ayudar a quienes más lo necesitan. Y aunque el deseo es noble y la intención genuina, la realidad demuestra que, al igual que sucede con las inscripciones en gimnasios y las dietas post-navideñas, muchos abandonan antes de empezar.
¿Por qué nos cuesta tanto cumplir nuestras promesas de voluntariado? La respuesta es compleja, pero hay un factor clave: subestimamos la fuerza del día a día. En medio del frenesí de las fiestas, entre brindis y abrazos, nos sentimos capaces de todo. Pero llega enero, con sus facturas acumuladas, los gastos de las fiestas, las rutinas laborales y la vorágine diaria. Pronto, el entusiasmo se ve sepultado bajo las exigencias de la vida cotidiana. Decimos: “el mes que viene empiezo”, pero el tiempo pasa y, para cuando nos damos cuenta, ya estamos en abril, junio o diciembre, haciendo nuevas promesas sin haber cumplido las del año anterior.
No se trata de una exageración, sino de una realidad que se repite año tras año. Como decía el escritor brasileño Ariano Suassuna: “El optimista es un tonto. El pesimista, un aburrido. Es muy bueno ser un realista esperanzado”. Y es desde este realismo esperanzado que debemos asumir nuestras promesas, especialmente las que impactan a los demás.
Planificar para cumplir: claves para un voluntariado efectivo en 2025
El voluntariado no solo necesita de buenas intenciones, sino también de organización y compromiso. Si realmente quieres sumarte a una causa solidaria en 2025, aquí tienes algunos consejos prácticos para planificar tu participación y evitar que el entusiasmo inicial se pierda:
Ser realistas y esperanzados
Cumplir con el compromiso del voluntariado no solo beneficia a quienes reciben la ayuda, sino también a nosotros mismos. Nos conecta con nuestra humanidad, nos enseña valores como la empatía y la solidaridad, y nos hace parte de algo más grande que nuestra rutina diaria. Este 2025, seamos voluntarios, pero hagámoslo de manera consciente y organizada.
Recordemos que las promesas vacías no cambian realidades, pero los pequeños compromisos sostenidos en el tiempo sí lo hacen. Como dijo Suassuna, seamos realistas esperanzados: luchemos con lo que tenemos, donde estemos, y hagamos de este año un periodo de acciones concretas que trasciendan las palabras.
Las promesas están bien, pero cumplirlas es lo que realmente importa.