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Desde la aprobación de la Directiva de Información No Financiera en 2014, las empresas europeas han estado sujetas a la obligación de reportar datos sobre sostenibilidad. Sin embargo, la nueva Directiva de Reporte Corporativo de Sostenibilidad (CSRD, por sus siglas en inglés) va mucho más allá, representando un cambio radical hacia la transparencia en el desempeño sostenible. Aunque la CSRD promete un avance hacia prácticas empresariales más responsables y transparentes, la complejidad de su implementación revela una serie de desafíos que las empresas, especialmente las pequeñas y medianas, deberán afrontar en el corto y mediano plazo.
CSRD: la nueva era de la transparencia empresarial

1. La transparencia en la sostenibilidad: un compromiso ineludible

La CSRD tiene como objetivo corregir las deficiencias detectadas en la aplicación de la directiva anterior y homogeneizar la información de sostenibilidad de las empresas en Europa. La directiva afecta de forma escalonada a las compañías, comenzando en 2025 con grandes entidades de interés público y expandiéndose a medianas empresas en años posteriores, hasta cubrir las pymes cotizadas. Esta gradualidad permite a las empresas adaptarse a los nuevos estándares, aunque pone de relieve la dificultad de los requisitos impuestos: desde la aplicación de la doble materialidad hasta el etiquetado digital de los datos, la CSRD supone un nuevo reto para las empresas.

2. La doble materialidad: comprensión y estrategia

Uno de los aspectos más innovadores de la CSRD es la introducción de la doble materialidad, que obliga a las empresas a considerar tanto el impacto de sus actividades en el entorno como los riesgos que estos aspectos suponen para su modelo de negocio. Este enfoque requiere un análisis profundo y a menudo complejo, ya que obliga a integrar datos cualitativos y cuantitativos sobre sostenibilidad. Si bien este análisis ofrece una oportunidad estratégica para alinear la sostenibilidad con la visión de negocio, también requiere inversiones significativas en formación y desarrollo interno para poder llevarlo a cabo de manera efectiva.

3. Nuevos estándares de reporte: los ESRS

El uso de los nuevos Estándares Europeos de Reporte de Sostenibilidad (ESRS por sus siglas en inglés), desarrollados por el EFRAG, marca una diferencia clave frente al modelo anterior, donde las empresas usaban comúnmente estándares voluntarios como el Global Reporting Initiative (GRI). La CSRD establece ahora un marco regulatorio que comprende 12 estándares detallados, que abordan cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza. Para las empresas, esta estandarización presenta tanto una oportunidad de alinearse con sus pares a nivel europeo como un desafío de adaptación. Los ESRS requieren no solo de información histórica, sino también de proyecciones futuras, lo que añade una carga considerable en términos de recopilación, análisis y validación de datos.

4. Transformación digital y accesibilidad de datos

Otro de los pilares fundamentales de la CSRD es el etiquetado digital. Las empresas estarán obligadas a presentar sus informes de sostenibilidad en un formato estructurado y electrónico, lo cual facilita la accesibilidad y la comparabilidad de los datos. Si bien esta medida representa un avance en la transparencia y la eficiencia, también supone un reto tecnológico, ya que muchas empresas carecen de las herramientas digitales necesarias para automatizar este proceso. Además, la implementación de este etiquetado puede resultar costosa para las empresas que aún no han incorporado la digitalización en su modelo de negocio.

5. Supervisión y régimen sancionador: hacia una verificación exhaustiva

Una de las mayores innovaciones de la CSRD es la equivalencia en la supervisión y sanción del reporte de sostenibilidad con la información financiera, en un intento por reducir el riesgo de “greenwashing” o sostenibilidad ficticia. Este enfoque impone un régimen de verificación riguroso, que deberá ser cumplido por auditores o verificadores independientes acreditados. Al imponer los mismos estándares de supervisión que la auditoría financiera, se busca dar a la información no financiera un peso comparable al de la información económica tradicional. Esto también implica que las empresas deberán llevar a cabo auditorías internas más exhaustivas para evitar sanciones, lo que añade un nuevo nivel de complejidad y costo.

6. La CSRD como motor de cambio cultural en la empresa

A pesar de los retos, la CSRD tiene un claro potencial de cambio cultural en el tejido empresarial europeo. Además de promover prácticas sostenibles, esta directiva incentivará una mayor colaboración entre los departamentos de sostenibilidad y finanzas, ya que muchos de los datos requeridos están directamente relacionados con el desempeño financiero y los riesgos de sostenibilidad, como los riesgos climáticos o de economía circular. En última instancia, la CSRD está forzando a las empresas a no solo cumplir con mínimos regulatorios, sino a integrar la sostenibilidad en su estrategia de negocio.

7. Desafíos para pymes y el tejido empresarial en cadena de valor 

Una característica importante de la CSRD es su efecto en toda la cadena de suministro. Esto significa que las empresas más grandes deberán exigir a sus proveedores, incluidos muchos de menor tamaño, que les proporcionen datos sobre sostenibilidad, como las emisiones de alcance 3. Esto introduce una presión considerable en todo el tejido empresarial y genera un desafío para aquellas pymes que, aunque no están obligadas a cumplir con la CSRD, se verán forzadas a hacerlo de manera indirecta. Además, la recientemente aprobada directiva de debida diligencia en Europa añade un nuevo nivel de exigencia en el control de la cadena de suministro en derechos humanos y medio ambiente, fortaleciendo así la cultura de cumplimiento en todas las empresas.

8. España: una posición ventajosa en el contexto europeo

En el caso de España, la transposición de la Directiva de Información No Financiera de 2014 ya estableció unos requisitos superiores a los de otros países de la UE. Esto ha facilitado una ventaja para las empresas españolas frente a la CSRD, al estar ya familiarizadas con una amplia gama de indicadores de sostenibilidad y la obligatoriedad de verificación. No obstante, la implementación de los ESRS representa una nueva etapa en la que será necesario realizar un análisis detallado de brechas para ajustarse a las nuevas expectativas.

Reflexión final: La CSRD, una oportunidad estratégica

La implementación de la CSRD representa un desafío sin precedentes en el ámbito de la sostenibilidad empresarial en Europa. Aunque los requisitos de esta directiva conllevan un alto coste en recursos y adaptación, también ofrecen una oportunidad única para integrar la sostenibilidad en el corazón de la estrategia de negocio. En un contexto donde los consumidores e inversores exigen cada vez mayor transparencia y compromiso con la sostenibilidad, las empresas que lideren en la adaptación a la CSRD estarán mejor posicionadas para atraer y retener a estos stakeholders, sin mencionar la eficiencia en costes o un acceso más fácil a la financiación.

Con la CSRD, Europa busca transformar la sostenibilidad en una práctica estándar y, aunque el camino es complejo, las empresas que aprovechen esta oportunidad verán recompensada su inversión en transparencia y responsabilidad a largo plazo.

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OpiniónCSRD

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