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En un mundo donde las diferencias salariales entre altos ejecutivos y empleados base alcanzan proporciones escandalosas, el compromiso laboral parece ser una ilusión cada vez más lejana. Con directivos del IBEX que ganan hasta 77 veces más que sus subordinados y brechas aún mayores en otros lugares del mundo, surge la pregunta inevitable: ¿cómo pueden esperar las empresas un compromiso genuino cuando las desigualdades son tan abismales?
¿Es defendible esperar el compromiso de los trabajadores en la cultura laboral del “Tinder”?

“Mi jefe cobra 77 veces más que yo”[1]: la diferencia salarial entre ejecutivos y subordinados en las empresas del IBEX crea brechas que agujerean cualquier posibilidad de compromiso.  

Según el artículo publicado en El País, a primeros de mayo de este año, los ejecutivos mejor pagados del Ibex ganaron de media 4,71 millones en 2023 frente a los 60.710 euros que recibieron sus subordinados. En algunos casos, los directivos llegan a cobrar el equivalente a 1.251 veces lo que percibieron sus empleados. Se trata de una tónica que se reproduce e, incluso, es mayor en otros lugares del mundo. En Estados Unidos, la brecha en 2022 fue de 272 veces, en el Reino Unido, un consejero delegado gana de media 80 veces el salario medio de su plantilla.

¿A alguien le extraña, con estas diferencias tan abismales, que el compromiso de los trabajadores esté bajo mínimos? Desde luego, los altos directivos que cobran estos sueldos astronómicos deben estar muy comprometidos, pero el resto de su personal no lo creo. Los informes de Gallup lo corroboran, sólo el 15% de los profesionales están muy comprometidos con su empresa. En España el dato cae al 6%. El privilegio mata el compromiso.

Decía hace unas semanas Juan Carlos Cubeiro en la Revista Observatorio Recursos Humanos[2], que el compromiso es el “arca perdida” en el mundo laboral y que los directivos de Recursos Humanos, son los Indiana Jones de este siglo que buscan encontrarla. Realmente, estamos hablando de un “arca destruida” por comportamientos injustos, desproporcionados e injustificables, que desmoralizan al personal.

Los niveles de estrés en la empresa están alcanzando cifras récords, también según el último informe de Gallup[3], confirmando una tendencia que comenzó hace casi 10 años y se extiende a todos los continentes. En España, por ejemplo, gran parte de ese estrés se debe al estado de enfado permanente que las personas tienen en el trabajo, provocado por las dinámicas que ven en sus empresas[4]: carga de trabajo desproporcionada en relación al tiempo para ejecutarla, los recursos y la contraprestación recibida a cambio; realización de horas extra sin remuneración y sin recuperarlas; presión constante de los superiores para cumplir objetivos, plazos y realizar tareas, intimidación y críticas que pueden generar frustración y sentimientos de temor y rabia, cambios contínuos en el trabajo, ambiente laboral tóxico. A todo ello hay que unir la inestabilidad en el empleo, la incertidumbre de no saber si mañana seguirás trabajando.

Las olas de despidos se suceden en diferentes sectores de actividad, siendo más acusadas aún en la industria tecnológica, que despidió a 262,146 empleados a nivel global durante el 2023, lo que supone un incremento de 59% respecto al 2022, según datos de Layoffs.fyi, empresa de monitoreo laboral. Las razones de esta masacre laboral son la reducción de costos y la optimización de las inversiones, como aduce Google, por ejemplo. Amazon aporta argumentos similares tras la reducción de plantilla en Prime Video y Amazon MGM Studios.

La IA amenaza con seguir destruyendo empleo y este temor invade el día a día de quienes pueden verse afectados: tres de cada cinco trabajadores temen perder su trabajo en los próximos 10 años debido a la implantación de la Inteligencia Artificial; dos de cada cinco prevén que la IA traerá una caída en los salarios durante la siguiente década.[5] Por ejemplo, la empresa Duolingo, de aprendizaje de idiomas, está sustituyendo a su personal, escritores y traductores, por algoritmos.

Las empresas hablan de retener, enamorar y fidelizar el talento, se inventan términos seductores, pero la seducción dura lo que dura. En cuanto consiguen lo que quieren del talento se despreocupan de cuidarlo y mantenerlo. ¿Como pretende una empresa pedir fidelidad a un trabajador cuando ellos no la prometen, no se comprometen a garantizar su trabajo, a mantener un vínculo de por vida? ¿Cómo van a implicarse los trabajadores, a estar engaged, con una empresa que saben que los va a cambiar por otro novio o novia más atractivo? Los ejemplos de sustitución de trabajadores por máquinas, robots e inteligencia artificial se suceden y no parece que vaya a parar. Cuando aparece una mínima posibilidad de ganar más dinero a la empresa se le olvidan las promesas dadas, el valor del talento que posee, el sacrificio invertido por el empleado en la relación, todo lo que ha aportado a la empresa y se abandonan en brazos de la última tecnología que le va a hacer incrementar sus beneficios.

Cristina J. Orgaz, se pregunta para BBC News[6] ¿Por qué siguen los despidos masivos en las grandes empresas tecnológicas pese a sus beneficios récord? Las denominadas “7 magníficas” no paran de crecer en ventas, en beneficios y en valor. Entre todas venderán un 12% más en 2024 y otro 12% en 2025, cifras muy  por encima de otras industrias. Sin embargo, Microsoft, Amazon, Paypal, Spotify o Ebay siguen realizando despidos masivos.

Diferentes expertos aducen más motivos para esta oleada de reducción de la fuerza laboral. Los inversores demandan más beneficios y, además, como señala Jeff Shulman, profesor de la Foster School of Business de la Universidad de Washington, los despidos parecen estar ayudando a incrementar el precio de las acciones, por lo que la sangría está resultando muy rentable y nadie la quiere parar. Por su parte, Jeffrey Pfeffer, profesor de negocios de Stanford, habla de un caso de “contagio social” en materia de despidos en la industria tecnológica: unas se imitan a otras, si las demás despiden, nosotros también.

¿Con qué o quién se van a comprometer los trabajadores? ¿Con que causa? ¿La de trabajar sin descanso, bajo presión, sin reconocimiento y sin seguridad en el empleo para engordar las arcas de otros? Comprometerse es ser fiel a una causa, a un proyecto en común, aportando nuestra energía física, mental y emocional, nuestro esfuerzo y nuestro tiempo para hacerlo realidad. El compromiso implica una comunión y comunidad de valores, de esfuerzos compartidos, de intereses comunes. ¿Dónde está esa comunidad cuando las diferencias salariales son gigantescas, cuando trabajar daña tu salud, cuando vives sin saber si tendrás empleo mañana?

En estas condiciones no puede extrañarnos que el único compromiso que están asumiendo los trabajadores sea el de la “renuncia silenciosa” y que se esté desencadenando un “contagio social” al respecto. Es una forma de blindar su futuro, igual que los directivos lo hacen con los pactos de indemnizaciones millonarias cuando los despiden, incluso después de haber dejado a la empresa sumida en una crisis profunda o en la quiebra. El trabajador ahorra fuerzas, energía, esfuerzo y entusiasmo en el presente para asegurar con él el futuro, cuando lo despidan y tenga que volver a buscar empresa y realizar la millonésima adaptación al cambio, reciclaje profesional o aprendizaje de nuevas habilidades. 

Es indudable que a las empresas les interesa el compromiso de su personal, porque gracias a él, según publica Gallup, tienen menos absentismo, menos rotación, menos defectos de calidad, mejor valoración del cliente, mejor productividad, mayores ventas y mayor rentabilidad. Pero, ¿qué reciben a cambio los trabajadores por ese compromiso? ¿Más salario? ¿Más garantías de permanecer en la empresa? ¿Una mayor indemnización cuando prescinden de ellos?

¿Qué vínculo emocional va a tener el empleado con su trabajo cuando es su principal fuente de estrés? ¿Por qué un trabajador va a ir mucho más allá de lo que se espera de él, según su contrato de trabajo? ¿Por qué va a realizar más funciones que para las que ha sido contratado? ¿Por qué tiene que aportar toda su creatividad, inspiración, motivación y valía a una empresa que no le corresponde por ello? ¿Realmente, las empresas pretenden compensar el compromiso con reconocimiento, salario emocional, prácticas de bienestar, eventos motivadores y otras artimañas de seducción?

Las empresas están exigiendo de más a la relación laboral, esperando algo que, no solo el trabajador no tiene por que dar, sino que no se basa en un equilibrio de aportaciones. Se habla en exceso de la falta de compromiso de los empleados, de lo importante que es contar con él, pero muy poco de por qué las empresas son merecedoras de dicho compromiso y qué deberían hacer para serlo.

Con estos comportamientos es fácil entender que el mercado laboral se está convirtiendo en un tinder: 0 compromiso de ambas partes, nos usamos y satisfacemos mutuamente cuando lo necesitamos, y si te he visto no me acuerdo. Business Insider[7] publicó un artículo a principios de años con el título “las rondas de despidos podrían ser la nueva normalidad para las grandes tecnológicas”. Creo que también tenemos que admitir que la nueva normalidad será el nulo compromiso de los trabajadores con las empresas, al menos con aquellas que no lo tienen con ellos.

 

[1] David Fernández en El País. 04/05/24. https://acortar.link/kGNoFg

[2] Juan Carlos Cubeiro en ORH. Mayo 2024. https://acortar.link/4dYeXB

[3] Globally, Employees Are More Engaged — and More Stressed by Jim Harter en Gallup. Junio 2023. https://acortar.link/cGTnEC

[4] Responsabilidad Social Corporativa por emisión de estrés. Diario Responsable. Marzo 2023.

[5] ‘Perspectivas de Empleo 2023’, realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

[6] Cristina J. Orgaz en BBC News. Febrero 2024. https://acortar.link/tqwuj4

[7] Peter Kafka para Business Insider. Enero 2024. https://acortar.link/RO9j0M

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OpiniónEmpresasrelación laboraldespidos

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