Planificar la UEFA EURO 2024 es un enorme reto logístico en términos organizativos. Solo hay que pensar que 24 selecciones compitiendo en diez estadios a lo largo de 51 partidos en un solo mes, requiere de una nada obvia. Y este año, por primera vez, la sostenibilidad ha sido una prioridad central en la organización del calendario.
Como medidas de mitigación de impactos ambientales, las sedes y los partidos se han organizado en tres grupos regionalizados, reduciendo de esta manera los desplazamientos en avión de forma drástica. En comparación con la Euro 2016 en Francia, en la que más del 75% de los traslados de las selecciones se realizaron en avión, en Alemania esta cifra se reducirá al 25%, siendo los trenes y autobuses los métodos preferidos de transporte. Con esto, algunas selecciones jugarán más de un partido en el mismo estadio durante la fase de grupos, una novedad destinada a reducir aún más los desplazamientos. Y no pensemos que ha sido sencillo teniendo en cuenta que debe preservarse el derecho a jugar en las mismas condiciones y terrenos de juego similares.
En otro plano, pero siguiendo con los espectáculos deportivos, los Juegos Olímpicos de París 2024 se ha comprometido a alcanzar objetivos tan ambiciosos como reducir a la mitad la huella de carbono del evento en comparación con la media de los anteriores Juegos Olímpicos de verano. Pensemos que se trata de 800 eventos deportivos, más de 15.000 atletas, 45.000 voluntarios y casi 13 millones de comidas. Con estas cifras, los organizadores enfrentan un desafío monumental en términos de sostenibilidad, pero, como se ha publicado, se puede y se va a hacer mucho al respecto.
Para lograr esto, París 2024 se celebrará en un 95% en edificios ya existentes o en infraestructuras temporales. El Estadio de Francia, construido para la Copa Mundial de Fútbol de 1998, será uno de los principales escenarios. Solo se está construyendo un nuevo recinto de competición, el Centro Acuático de Saint-Denis, que utilizará energía solar y materiales de construcción sostenibles. La Villa Olímpica también será un ejemplo de sostenibilidad, generando energía a partir de fuentes geotérmicas y solares, y utilizando colchones fabricados con redes de pesca recicladas y somieres de cartón reforzado. Además, se han plantado casi 9.000 árboles alrededor de la villa para mejorar la biodiversidad y atraer a diversas especies.
Pero a pesar de estos esfuerzos por ser más sostenibles, la celebración de eventos deportivos de esta magnitud sigue poniendo de manifiesto las profundas desigualdades sociales y económicas a nivel global. Mientras que las naciones desarrolladas invierten billones en infraestructura y logística, países en desarrollo y zonas de conflicto continúan enfrentando desafíos abrumadores como la pobreza extrema, el hambre, las dictaduras y las guerras.
La dualidad se hace evidente cuando se considera que mientras algunos espectadores disfrutan de tecnologías avanzadas y estadios imponentes, en otras partes del mundo, millones de personas siguen luchando por el acceso a necesidades básicas como agua potable y seguridad alimentaria.
Además, la realización de estos eventos en países con regímenes autoritarios a menudo plantea preguntas éticas sobre la complicidad internacional. La comunidad global se enfrenta a un dilema moral: ¿Es posible celebrar la unión y el espíritu deportivo mientras en algunos países anfitriones o participantes, se suprimen derechos humanos fundamentales? ¿Veremos de forma diferente lo que sucede en el mundo, cogiendo como referencia dos macro eventos deportivos que se celebran en Alemania y Francia?
La cobertura mediática de estos eventos juega un papel crucial en este contraste. Mientras los medios de comunicación transmiten imágenes de ceremonias de apertura fastuosas y competencias emocionantes, las crisis humanitarias a menudo quedan relegadas a un segundo plano.
Esta desigualdad en la atención del público no solo distorsiona la percepción del espectador, sino que también puede desviar recursos y atención de problemas urgentes. ¿Cómo compaginaremos este verano, Eurocopa, JJOO, la guerra en Ucrania o en Gaza y la violación sistemática de los derechos humanos en muchas partes del mundo?
Aunque la Eurocopa y los Juegos Olímpicos de 2024 se esfuerzan por ser más sostenibles y representan una celebración de los logros humanos a gran escala, también ponen de manifiesto, si sabemos mirar, las profundas divisiones que persisten en el mundo. La dicotomía entre el esplendor deportivo y las realidades de guerras, hambre y desigualdad nos recuerda que aún queda un largo camino por recorrer en la búsqueda de un equilibrio entre entretenimiento, conciencia social y responsabilidad global.
Esperamos que este artículo sirva como punto de partida para un debate más amplio y profundo sobre cómo podemos disfrutar de estos eventos deportivos mientras abordamos los desafíos morales que plantean. La sostenibilidad no debe ser solo un objetivo ambiental, sino también un compromiso con la justicia social y económica.
Para periodistas y medios de comunicación, este es el momento de profundizar en estos temas, de investigar y reportar sobre las historias que se esconden detrás de los titulares brillantes. Para espectadores y patrocinadores, es el momento de reflexionar sobre el verdadero costo de estos eventos y trabajar juntos para crear un futuro donde el deporte no solo sea un espectáculo, sino una forma de contribuir de forma clara a la reducción de las desigualdades.