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En mi reciente Tribuna sobre el vehículo eléctrico, abordé varias cuestiones que generaron interés y dejaron algunas preguntas sin respuesta. Estas preguntas adicionales son cruciales para entender mejor el panorama actual y futuro de la movilidad eléctrica. Abordaremos temas como la infraestructura de recarga, la contaminación y seguridad de los vehículos eléctricos, la capacidad de la red eléctrica para soportar un aumento en su uso, y la viabilidad de otros combustibles alternativos.
La mitología del vehículo eléctrico (II)

Al esclarecer estos puntos, podremos avanzar hacia una transición energética informada y sostenible, basada en hechos y no en mitos. Hace unos días, publiqué una Tribuna sobre el vehículo eléctrico. Quedaron algunas preguntas por responder, que, para algunos, serán aún más importantes que las primeras cinco que nos hicimos. Vamos a ello:

¿Se han instalado ya suficientes puntos de recarga de vehículos eléctricos?

Se han instalado muchos, pero, seguramente, no sean suficientes. Para el conjunto de vehículos eléctricos actualmente en la calle, en España, disponemos de suficientes cargadores eléctricos (en general) para todos, ya que solamente en casos puntuales se han dado aglomeraciones en electrolineras. Sin embargo, si crece el parque de vehículos eléctricos en España, también deberá crecer el número de puntos de recarga en todo el país.

Los vehículos eléctricos son más contaminantes que los de combustión, principalmente, por su proceso de fabricación (en el que se utilizan materias primas escasas) y, en menor medida, por el mix energético.

Según un estudio de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos, un vehículo eléctrico contamina unos 50 gramos de CO2 por milla por su fabricación, mientras que un vehículo de combustión contamina unos 35 gramos de CO2 por milla. Sin embargo, la diferencia se dispara al comparar los combustibles: teniendo ya en cuenta que el mix energético no es (ni mucho menos) 100% “limpio”, un vehículo eléctrico solamente genera 110 gramos de CO2 por milla a lo largo de su vida útil, mientras que un vehículo de combustión genera 345 gramos de C02 por milla a lo largo de su vida útil (en ese estudio, se estima la vida útil de un vehículo en 280.000 km o 12 años).

¿Los vehículos eléctricos son menos seguros que los de combustión? ¿Acaso explotan o se incendian sus baterías?

Podemos partir de dos bases para analizar la seguridad de un vehículo eléctrico: sus baterías y sus accidentes en carretera. En lo que respecta a accidentes, los vehículos eléctricos deben pasar las mismas inspecciones que los de combustión, y la revisión realizada por Euro-NCAP (disponible en internet) confirma que los resultados de los vehículos eléctricos son parecidos a los de los vehículos de combustión.

Por lo que respecta a las baterías y, concretamente, su posibilidad de incendiarse o explotar, se ha demostrado, en dos países (Australia y Suecia) y estudios distintos, que los vehículos de combustión se incendian entre 20 y 80 veces más que un vehículo eléctrico.

¿La red eléctrica actual aguantará la conexión de tantos vehículos eléctricos que, actualmente, no están conectados (porque funcionan con combustible fósil)?

Es, posiblemente, el gran reto de la transición energética: cambiar a un modelo más intensivo en energía eléctrica, para el que se necesitará una mayor infraestructura de distribución de este tipo de energía. Faltan, probablemente, miles de millones en inversión en este tipo de infraestructura (aunque es difícil de cuantificar), y tengo que reconocer que es el argumento de mayor peso en contra de la transición energética (o a favor de otros vectores energéticos sostenibles, como el hidrógeno o los biocombustibles). Sí es cierto que, en caso de obtener una implantación muy potente de instalaciones de autoconsumo (de la mano de la creación de Comunidades Energéticas), la necesidad de ampliación de la infraestructura de distribución de energía eléctrica será menor, y nos da una oportunidad de descarbonizar la economía mediante la electrificación.

¿Podría otro tipo de combustible, como el hidrógeno o los biocombustibles, ser mejores, en cualquier sentido, que la electricidad?

Personalmente, creo que es difícil, por el mismo tema de siempre: el dinero. En estos momentos, estos combustibles alternativos no son competitivos a nivel de precio, ni en comparación con el vehículo eléctrico ni con el vehículo de combustión, por lo que me parece difícil que sean aceptados por el consumidor (quien, nos guste o no, mira el bolsillo en primer lugar). Podrían funcionar, quizás, para transportes pesados (como la aviación o el transporte naval), pero creo que aún tardaremos unos años en ver este tipo de soluciones para estos transportes.

Con la desmitificación de las creencias erróneas en torno al vehículo eléctrico, algunas de las cuales he presentado en las últimas dos Tribunas, estamos mejor preparados para abrazar un futuro más limpio y sostenible en nuestras carreteras. Al luchar contra la desinformación podemos acelerar la transición hacia una movilidad más eficiente y sostenible. La evidencia y los hechos respaldan la superioridad de los vehículos eléctricos en términos de emisiones, costes y comodidad – para el transporte en carretera de vehículos utilitarios, principalmente. En este viaje hacia un mundo más sostenible, recordemos que la verdad siempre prevalecerá – porque lucharemos por ello – sobre la mitología del vehículo eléctrico.

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