Este año, la celebración del Día Internacional de la Mujer gira en torno al tema "inspirar la inclusión", un asunto de suma importancia. Aunque a menudo hacemos hincapié en la diversidad, que abarca un amplio espectro de personas de diferentes orígenes y características demográficas, la inclusión es realmente el meollo de la cuestión. Se trata de fomentar activamente un entorno en el que se anime a todas las personas a expresarse con autenticidad y a triunfar.
En el ámbito laboral, esto comienza con el proceso de selección y dejando de lado la vieja idea de buscar una "cultura afín". En su lugar, las empresas deberían buscar una "cultura que sume", es decir, que no se adapte al statu quo actual, sino que lo mejore. Por lo tanto, las empresas tienen la responsabilidad de formar a los directores de RRHH y a los responsables de contratación en prácticas inclusivas desde el principio y, de ese modo, podremos crear una atmósfera en la que cada voz no solo se escuche, sino que también se valore y se potencie para que florezca, adoptando la inclusión como catalizador para el crecimiento colectivo y la innovación".