Ante la falta de voluntad de los poderes políticos y económicos de terminar con la pobreza infantil a nivel global, la brecha de género persiste. Las niñas, atrapadas en este tejido de desigualdades, enfrentan barreras culturales y discriminación de género (violencia sexual, priorizar la escolarización de los niños de las familias sobre la de las niñas, mutilación genital femenina, matrimonio precoz y forzado, la falta de consideración de la pobreza menstrual que lleva al abandono escolar, etc.) que obstaculizan su acceso a la educación de calidad y limitan su desarrollo. Este desafío requiere un enfoque integral, desmantelando las estructuras sociales y culturales que perpetúan estas disparidades, y abogando por el reconocimiento de la brecha, la inversión en educación inclusiva DE CALIDAD, la escucha y participación de la infancia y juventud.