La situación mundial actual y la sucesión de múltiples crisis económicas, sanitarias, sociales e incluso bélicas no solo han llevado a la ciudadanía a vivir en la incertidumbre, sino también a las organizaciones sociales lideradas por mujeres, quienes se enfrentan a muchas dudas sobre su futuro. Que haya políticas concretas de igualdad en nuestro país, que la violencia machista se considere una cuestión de Estado, que muchas trabajadoras del hogar y los cuidados tengan derecho al paro o que haya autodeterminación de género para personas trans, se debe, en buena parte, a una lucha sostenida del movimiento de mujeres y feminista.
Sin embargo, muchas de estas organizaciones han trabajado y lo siguen haciendo en condiciones económicas precarias, debido a las dificultades que viven para solicitar financiación pública y privada para sus proyectos. Esto según un estudio realizado por Calala Fondo de Mujeres pasa por que los financiadores no adaptan sus convocatorias para entregar recursos a las necesidades de las organizaciones pequeñas de mujeres. Para que estos grupos peudan seguir desarrollando su importante labor necesitan la posibilidad de acceder a fondos flexibles, menos burocráticos y que no requieran un nivel de profesionalización tan alto, que solo lo pueden cumplir grandes ONG que reciben la mayor cantidad de financiación.