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El artículo señala la preocupante escasez de neurocirujanos en países de bajos ingresos, resaltando el impacto positivo de la neurocirugía en mejorar la calidad de vida de los pacientes, como evidencia la experiencia de la Fundación NED en Zanzíbar.
El impacto social de la neurocirugía en países con bajos ingresos

El interés y preocupación por las enfermedades neurológicas ha crecido exponencialmente desde que la Organización Mundial de la Salud estimó hace casi 20 años que había mil millones de personas con trastornos neurológicos (un 15% de la población mundial). De hecho, la propia OMS ha creado un plan de actuación global y específico para el abordaje de estos trastornos, publicado el pasado mes de julio de 2023.

Se trata de una emergencia sanitaria mundial que requiere una atención médica certera y precoz donde la intervención neuroquirúrgica podría ser clave para la supervivencia y calidad de vida del paciente.

Sin embargo, la escasez de neurocirujanos en países con bajos ingresos es una situación cronificada en el tiempo y cuyo coste es alto. Se estima que existe entre 1 y 2 neurocirujanos por cada millón de habitantes en algunos países de África, mientras que en España por cada 90.000 habitantes corresponden el mismo número de profesionales.

¿Por qué sucede esto? La escasez de formación especializada es quizá una de  las causas más visible. Sin embargo, bajo esa punta de icerberg aparecen otros factores relacionados principalmente con su estado de pobreza y bajos recursos económicos, que conllevan, por ejemplo, a la incorporación temprana de los adolescentes africanos al mundo laboral, unido a la escasez de iniciativas formativas y por tanto, recursos humanos competentes.

En el caso de la neurocirugía este panorama tiene un potencial peligro, tal y como reflejan los datos de mortalidad y/o discapacidad por trastornos neurológicos en algunas zonas africanas. Integrar al menos a 2 o 3 neurocirujanos a la práctica asistencial y potenciar la actividad quirúrgica en los países más desfavorecidos del África del este y central ya sería un logro social de gran envergadura.

De hecho, así lo han demostrado algunas organizaciones. Tal es el caso de la experiencia NED expuesta en el informe “Neurociencia Global y Cambio Social: un modelo de cooperación sanitaria”, de la Cátedra VIU-NED. En el hospital Mnazi Mmoja de Unguja (Zanzíbar) no hubo atención neuroquirúrgica hasta 2008, siendo el año 2014 un punto de inflexión, cuando la Fundación NED afianzó su compromiso y apostó por el Instituto NED, un centro especializado de carácter humanitario en el que se han atendido de manera gratuita para la población a más de 32.000 pacientes en 10 años y donde se han llevado a cabo más de 3.000 operaciones neuroquirúrgicas. Todo ello gracias a la coordinación estrecha de los neurocirujanos colaboradores de la fundación NED junto los neurocirujanos locales, principalmente en formación.

Este ejemplo basado en hechos reales demuestra que el impacto social de la neurocirugía es indiscutible en países con bajos recursos. La población que antes moría por un traumatismo craneoencefálico o raquimedular ahora tiene mayores oportunidades de supervivencia. Los niños que morían de hidrocefalia, tanto por la falta de conocimiento de la población como por la ausencia de intervención, hoy en día tienen acceso a una atención sanitaria neuroquirúrgica oportuna y adecuada, como por ejemplo mediante la colocación de una válvula de derivación de líquido cefalorraquídeo, a través de una operación de bajo riesgo y coste que permite una mejoría de la calidad de vida, y favorece la inclusión dentro de su comunidad así como el aumento de sus posibilidades de escolarización.

Por tanto, a la pregunta: ¿la neurocirugía puede generar impacto social? La respuesta es sí aunque con condicionantes. Generar un cambio en la sociedad desde esta especialidad requiere de la Neurociencia Global y la coordinación entre diferentes profesionales orientados al abordaje integral de los trastornos neurológicos, altamente frecuentes y muy incapacitantes en los países con bajos ingresos.

 

Dra. María José García Rubio – codirectora Cátedra VIU-NED de Neurociencia global y cambio social

Dr. Rubén Rodríguez Mena - codirector Cátedra VIU-NED de Neurociencia global y cambio social

 

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