La sobreexplotación es el mal de nuestro tiempo, sin darnos cuenta ha ido impregnando todos los espacios de la vida humana, destruyendo la calidad de su hábitat y comprometiendo su salud. Todo se exprime hasta el extremo, en aras del rendimiento y la productividad.
Estamos sobreexplotando los océanos con una pesca descontrolada e injustificada[1], que amenaza la supervivencia de muchas especies y la de los ecosistemas donde viven, con graves consecuencias medioambientales y humanas. También los bosques, produciendo una deforestación que, tan solo en los últimos 13 años[2], ha arrasado 43 millones de hectáreas en todo el mundo, acabando con bosques y selvas de forma masiva y causando un inmenso daño a la calidad de los suelos. Las especies animales y las plantas se están quedando sin hábitats en los que poder desarrollarse: en la actualidad, más de 42.100 especies están en peligro de extinción, un 28 % del total, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La líbido de la acumulación[3], de la que hablaba hace semanas en este mismo diario, no tiene límites. Nuestro sistema productivo y económico es insaciable, no se conforma con arrasar bosques, ríos, océanos y atmósfera; no se conforma con dejarnos sin peces, árboles y aire, quiere más. El ser humano es la nueva especie sobreexplotada, las cifras sobre el estado de salud mental de la población mundial hablan por sí solas.
Las voces de alarma están saltando por todas partes, aunque el problema viene de largo. Hace unos días “El País” publicaba la situación de sobreexplotación en el mundo del deporte bajo el titular “el gran negocio del deporte atiborra el calendario y lleva a los deportistas al límite”[4]. En el mismo, Fernando Gutiérrez, director del Centro de Medicina del Deporte del Consejo Superior de Deportes-CAR de Madrid, apunta que “se rentabilizan al máximo las posibilidades económicas exprimiendo a los deportistas. Como médico, puedo decir que el 90% de las lesiones de ahora están debidas a un calendario excesivamente mercantilista”.“El cuerpo tiene un límite, y si no le dejamos descansar, no se recupera, no asimila el entrenamiento ni la competición y al sobrecargarse empiezan las lesiones”. El problema es común en el fútbol, el tenis, el baloncesto o el motociclismo.
A las lesiones y los problemas de salud físico hay que añadir los de salud mental debido a la presión y el estrés. Numerosos casos, como el de Simone Biles, Alex Abrines, Naomi Osaka, Ricky Rubio, Michael Phelps y otros muchos, lo atestiguan.
En el mundo de la música ocurre algo similar: “Algo en esta industria hace que la gente enferme”, destaca en titular el periódico El País[5]. La gran cantidad de suicidios y muertes prematuras que se producen entre los artistas no son incidentes aislados, y no son los únicos afectados, pues los técnicos, managers, prensa, montadores, conductores también sufren de problemas de salud mental. El ritmo productivo es frenético, las giras largas, intensas y agotadoras. Se duerme poco, se come mal y para aguantar se acude a sustancias que dañan la salud. Los músicos se sienten explotados y exprimidos al máximo, la tendencia en la industria es ir al límite. En “un mundo dominado por las plataformas en el que los autores ya apenas reciben derechos de autor, los músicos deben estar girando casi perpetuamente, y ese es uno de los riesgos más grandes para su integridad.”
En el ámbito científico la sobreexplotación está produciendo un incremento masivo de publicaciones sin control. Xose Carlos Bermejo Barrera[6], afirma en su libro, “La tentación del rey Midas”, que se manipulan los artículos de psiquiatría por parte de las grandes empresas farmacéuticas para vender sus productos. Pilar Paneque, Directora de ANECA[7], lamentaba hace semanas “la senda productivista” que ha tomado la actividad científica, señalando que lo importante es hacer y publicar buena ciencia y no más cantidad de ciencia. Si esta vorágine continúa la erosión científica puede tener consecuencias para todos los ámbitos que afectan a la vida humana. La falta de rigor en la investigación en campos como la alimentación, la psicología, la farmacología, la medicina, por citar algunos, puede tener consecuencias graves para nuestra salud y nuestra vida.
En la empresa privada la situación de sobreexplotación es la misma. A lo largo del 2021 y 2022 se han producido varios casos de muertes debidas al exceso de trabajo en empresas tecnológicas en China[8]. En todos ellos se denuncian horarios laborales inhumanos, bajo el modelo 996: 12 horas durante 6 días a la semana. OpenAI subcontrata empresas en Kenia, Uganda o India que también trabajan para Google, Meta y Microsoft por salarios que oscilan entre los 1,22 y los 1,85 euros la hora[9]. La inteligencia artificial se expande a costa de la sobreexplotación humana, reproduciendo un sistema que recuerda al de las fábricas textiles del siglo XIX, con condiciones de trabajo precarias en países sin protección laboral, utilizando mano de obra de menores, con tareas psicológicamente agotadoras, según revelan las investigaciones de la antropóloga Mary Gray, recopiladas en su libro “Ghost Work” (“trabajadores fantasmas”).
En España, este año, el Ministerio de Trabajo levantó actas de inspección a las cuatro grandes consultoras, conocidas como “Big Four”, por exceso de jornadas y realización de horas extras ilegales y no remuneradas. Los índices de burnout y estrés se han elevado de manera acelerada en los últimos años, causando bajas laborales, consumo de sedantes y deterioro de la salud [10].
El cambio acelerado y constante, la presión cada vez mayor por adaptarse a él, por rendir más, por producir más, nos está agotando, nos estamos quedando sin energía, sin reservas. Según una investigación realizada por Gartner, en el 2022[11], el colaborador promedio experimentó 10 cambios empresariales, frente a dos en 2016. La marejada de cambios a la que estamos sometidos está provocando efectos secundarios no deseados: “fatiga del cambio”, caracterizada por estados de frustración, apatía, desmotivación ansiedad y estrés, que acumulados en el tiempo afectan a nuestra salud. Si a ello unimos que un 75% de los responsables de Recursos Humanos informan que sus directivos se encuentran abrumados por el crecimiento exponencial de sus responsabilidades laborales, según otro estudio de la consultora Gartner, la sobreexplotación del talento parece evidente.
El consumo de energía, esfuerzo y horas de vida al que estamos sometiendo al talento humano está provocando que no pueda recuperarse y renovarse. No hay tiempo para reponerse del desgaste, del sobreesfuerzo y tensión de un cambio, cuando ya aparece otro. Completamos el proceso de aprendizaje de una nueva responsabilidad y habilidad y, de pronto, se queda obsoleta y tenemos que volver a empezar. Las notificaciones constantes, la hiperestimulación e infoxicación hacen que nuestra mente esté exhausta, agotada, inmersa en el pensamiento acelerado[12], sobreexplotada, incapaz de parar, descansar y recuperarse.
La productividad ha colonizado nuestro pensamiento y nuestro sueño, nos ha vuelto zombies, muertos en vida, en permanente estado de vigilia, hechizados a merced de intereses externos y esclavizados por el “hacer constante”, el rendimiento y la competitividad. Más de cuatro millones de personas padecen de insomnio crónico, los afortunados que pueden dormir, apenas lo hacen 6 horas en días laborales[13]. La falta de sueño no se recupera, al contrario, se acumula y se transforma, con el tiempo, en nerviosismo, irritabilidad, cansancio, enfermedades, disminución de la esperanza de vida, tristeza y agobio.
Estamos destruyendo el medio ambiente, el talento y a las personas por la sobreexplotación. Estamos agotando y erosionando la atmósfera, los océanos, la tierra y también al ser humano. Si las personas viven estresadas, con falta de sueño, fatigadas de tanto cambio, en estado de ansiedad permanente por responder a todos los estímulos que les llegan, la calidad de su pensamiento se resiente y con ello sus decisiones, su estado de ánimo se agrieta y se endurece, la paciencia, la empatía, la asertividad desaparecen. Todo ello afecta a sus hábitats laborales, familiares y sociales. El aumento de consumo de alcohol, drogas, ansiolíticos y antidepresivos, los suicidios y problemas entre adolescentes, la agresividad en forma de robos, peleas y agresiones sexuales, son un reflejo del deterioro de nuestro ecosistema vital.
La capacidad productiva del ser humano, al igual que la de los océanos, no es infinita. No podemos seguir explotandola anteponiendo los intereses comerciales a su bienestar y salud porque las consecuencias pueden ser catastróficas: el ser humano puede ser la próxima especie en peligro de extinción.
[1] Un informe del 2022, del Centro Johns Hopkins, revela que los comercios y los consumidores estadounidenses descartan cada año 600.000 toneladas de pescado, que suponen casi la mitad de las existencias que se distribuyen. Según datos de la FAO, el 25% de lo pescado se tira por la borda al no ser especies comerciales: unas 27 millones de toneladas anuales.
[2] En el último medio siglo, la deforestación ha arrasado un 15 por ciento de la superficie mundial de vegetación, equivalente al territorio de España, Portugal y Francia. Informe Frentes de deforestación; causas y respuestas en un mundo cambiante que publicó la ONG WWF en 2021.
[3] “La líbido de la acumulación destruye nuestro ecosistema vital”. Diario Responsable. 13/11/23.https://acortar.link/OjE8wK
[4] “Gavi y otros muchos: el gran negocio del deporte atiborra el calendario y lleva a los deportistas al límite”. Diario El País. 26/11/23
[5] “Algo en esta industria hace que la gente enferme”: por qué la música no logra romper con las drogas y el alcohol.” Diario El País. 26/11/23
[6] Catedrático de la facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Santiago de Compostela que ha publicado cuatro libros y cientos de artículos analizando y señalando los fraudes del sistema de publicaciones universitario mundial.
[7] Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA)
[8] El Economista, Julio 2021: https://acortar.link/Y5SePr; Business Insider, Febrero 2022: https://acortar.link/bQxuMY; Forbes México, Julio 2022:https://acortar.link/mNHQRE
[9] “Las abejas obreras del ChatGpt”. El País, 21/01/23.
[10] “Responsabilidad social corporativa por emisión de estrés”. Diario Responsable.31/03/203. https://acortar.link/nulgE4
[11] “Workforce Fatigue Change”. Gartner. 2022
[13] Según datos de la Sociedad Española de Neurología.