Ante el reto que supone reducir la estacionalidad de los modelos tradicionales de turismo, resulta necesario buscar alternativas para prolongar la actividad todo el año y diversificar la actividad turística tanto en el tipo de experiencias, como en las zonas de atracción turística. En este sentido, España tiene mucho que ofrecer, gracias a su gran biodiversidad, con 1.835 Espacios Naturales Protegidos y 63.000 especies censadas, lo que supone un enorme potencial de generación de riqueza para entornos que, en ocasiones, se encuentran económicamente deprimidos.
Sin embargo, desarrollar actividades relacionadas con los espacios naturales plantea dudas y barreras con respecto a los trámites administrativos, restricción en los medios utilizables, etc., y la opinión pública tiende a considerar que llevar a cabo este tipo de actividades inevitablemente deteriora el entorno. Como consecuencia, hay resistencia a emprender en este nicho de mercado y es generalizada la creencia de que la rentabilidad económica no es alcanzable si se opta por una actividad turística que no degrade el entorno, pero nada más lejos de la realidad. El turismo de naturaleza se caracteriza precisamente por su capacidad para adjudicar valor de uso directo a la biodiversidad al fomentar el desarrollo de las comunidades asentadas en las áreas protegidas.
Precisamente en este punto surge la necesidad de promover iniciativas que generen riqueza en zonas deficitarias, fortaleciendo aspectos culturales y la convivencia social entre los habitantes y los visitantes, y que además garanticen, no solo la preservación de los entornos y las especies, sino la regeneración y el crecimiento de estos hábitats. Para lograr este objetivo, es vital que tomemos conciencia de nuestro papel como agentes sectoriales y utilicemos nuestros recursos económicos para incentivar una transición del sector hacia el turismo sostenible, ayudando especialmente a las empresas más pequeñas para que tengan mayor margen de maniobra y mejor visibilidad.
En Green & Human trabajamos para dar apoyo y soporte a iniciativas innovadoras que tengan como fin contribuir a la mejora de los ecosistemas y a la riqueza medioambiental que atesoramos. Un ejemplo muy claro es el de Aviturismo, un proyecto que, además de generar un impacto medioambiental positivo, favorece la desestacionalización y diversificación del turismo de experiencias. A través de la educación sobre ornitología y el hábitat de las aves, contribuyen a la conservación de los ecosistemas en los que actúan.
El aprendizaje a través del intercambio de experiencias y el desarrollo de competencias es uno de los pasos más importantes para la mejora de las organizaciones del sector y, por ende, para la generación de impacto positivo en el medio ambiente. El caso de Aviturismo no es más que un ejemplo de las múltiples iniciativas que ya se están empezando a desarrollar, pero debemos seguir dando pasos hacia adelante y el turismo tiene que ser uno de los abanderados para que toda la sociedad en su conjunto tome cuenta de ello.