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Hace un año, la conferencia climática de las Naciones Unidas (COP26) en Glasgow estaba llena de ilusión: los países estaban obligados a aumentar sus planes de transición energética y concluyeron elevar su compromiso medioambiental. Un año más tarde los progresos no solo han menguado sino que además nos enfrentamos a un complejo clima geopolítico que puede parecer un impedimento para el progreso en la COP de este año

La COP26 concluyó con el Pacto Climático de Glasgow -un acuerdo que dinamizó algunas cuestiones- al tiempo que reconocía un progreso insuficiente en otras., algunas de ellas arrastradas desde el Acuerdo en París. La Cumbre de Glasgow contenía compromisos sin precedentes para iniciar el fin a los combustibles fósiles, e impulsó acuerdos multilaterales entre grupos de naciones para, entre otras cosas, reducir las emisiones de metano, detener la deforestación, poner fin a la financiación de los combustibles fósiles en el extranjero y acelerar la desaparición del motor de combustión interna.

Pero, lamentablemente, registró poco progreso en la cuestión crucial de la adaptación a los impactos climáticos, y ninguno en la financiación para las pérdidas y daños por los impactos climáticos, y también visualizó el fracaso de las naciones ricas en cumplir con las promesas de financiación climática. Algunos expertos explicitan que el compromiso más significativo de todas las naciones fue el de volver antes de la COP27 con promesas mejoradas de reducción de emisiones. Aunque el objetivo de mantener el calentamiento a 1,5 °C fue reafirmado por la COP26, se espera que las contribuciones existentes determinadas a nivel nacional (NDC) nos dejan en el camino de aumentos catastróficos de entre 2,4 °C y 2,7 °C.

La COP27 de este año tendrá lugar en un contexto de crisis globales. Los efectos de la COVID-19 y la invasión rusa de Ucrania han hecho que los precios de los alimentos y la energía alcancen máximos históricos, mientras que los desastres climáticos sin precedentes están alimentando interrupciones generalizadas y devastadoras con niveles históricos de lluvia, calor, sequía, incendios y tormentas que afectan a casi todos los rincones del mundo.

Estas crisis agravantes subrayan la necesidad urgente de que los países trabajen juntos en la COP27 para acelerar la acción climática y reconstruir la confianza de que la acción global y colectiva puede resolver los mayores desafíos de la humanidad.

Es esencial que los responsables de la toma de decisiones avancen en algunas tareas clave para avanzar en la futura acción internacional sobre el clima y el apoyo:

1) Fortalecer los objetivos nacionales de reducción de emisiones.

2) Avanzar en el desarrollo y cumplimiento del Protocolo Global para Inventarios de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero a escala global para establecer el ritmo de la acción climática.

3) Reimpulsar los compromisos climáticos de Glasgow.

La COP27 va a tener lugar en el contexto de un mundo inestable, pero también ofrece la posibilidad de fomentar una mayor cooperación en un momento en que el mundo más lo necesita. Ese es el potencial que los líderes, los gobiernos y las empresas deben aprovechar.

Muchos gobiernos reconocen que el cambio climático representa una amenaza real para su crecimiento económico y el bienestar de sus habitantes. Sin embargo, debido a su historia de represión de la libertad de expresión y sus nuevos planes para seguir desarrollando los activos de gas recientemente descubiertos, muchas partes interesadas están cuestionando tanto la voluntad como la capacidad del país anfitrión para lograr un progreso significativo en la COP27. A la luz de la situación, es fundamental que los actores no estatales, las empresas y la sociedad civil intensifiquen sus esfuerzos y se involucren con los gobiernos. Las empresas líderes pasarán de la franja de compromisos anunciados hace un año a la acción real. Los planes deben incluir tanto eficiencias energéticas (incluso más importantes en Europa en este momento) como inversiones en nuevas tecnologías. Además, las empresas necesitan unirse en coaliciones de descarbonización para presionar a los gobiernos para que den forma a políticas que cumplan con nuestros objetivos climáticos.

En ese sentido es prioritario que los diferentes niveles de gobernanza pública de nuestro país se impliquen, no solo en modelos aspiracionales casi-utópicos, sino en acciones reales que impliquen los últimos eslabones de la cadena. En el sector del transporte de mercancías y su proceso de descarbonización, es prioritario que los planes y acciones incluyan la figura del empresario autónomo. Facilitar el acceso a vehículos sostenibles impulsará de forma exponencial la conversión del transporte y la logística en un sector sostenible.

COP27 será de inmensa importancia para todo el futuro de la humanidad. Una importancia que debe ser impulsada por los gobiernos y por el resto de la industria y la sociedad civil.

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OpiniónCOP27

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