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La ciencia nos está mostrando más que nunca la urgencia de hacer frente a la emergencia climática para asegurar un futuro sostenible. Los científicos advierten que el cambio climático es generalizado, rápido y se está intensificando (IPCC) y que una reducción importante y consolidada de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y de otros gases de efecto invernadero, permitiría limitar el cambio climático; lo cual no implica que la temperatura mundial pueda estabilizarse, ni que se detengan procesos ya en marcha como el aumento del nivel del mar de forma inmediata. Hasta el momento, se estima que el incremento de la temperatura media global es de aproximadamente 1,1ºC desde 1850-1900, y que, en los próximos veinte años, el planeta afrontará nuevos retos climáticos inevitables con un calentamiento global de 1,5 °C.

En caso de superarse este nivel de calentamiento (1,5 °C) , se generarán impactos graves adicionales, algunos de los cuales serán irreversibles.Por otra parte, los cada vez más comunes fenómenos meteorológicos extremos ocurridos simultáneamente, generan impactos en cascada muy difíciles de controlar.

Por ejemplo, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), ha advertido que el prolongado episodio de 'La Niña' que se está viviendo actualmente, tiene un 70% de posibilidades de persistir en los próximos 6 meses - lo que implicarían tres inviernos consecutivos del hemisferio norte- convirtiéndose en el primer episodio triple de 'La Niña' de este siglo.

En Europa, estamos ya siendo testigos del aumento radical de las temperaturas, habiendo registrado agosto de 2022 como el más cálido de su serie mensual o, en concreto que en España,  hayamos tenido el verano más cálido de su serie histórica.

En España es especialmente importante esta cuestión, ya que en un escenario en el que las temperaturas globales alcancen los 2 ° C por encima de los niveles preindustriales, se sufrirían múltiples efectos adversos, como por ejemplo la predicción de contar con más de 45 días al año con temperaturas máximas superiores a los 37 ° C en regiones del sur del país, entre otros.

Ante esta situación y con el fin de evitar mayores consecuencias, es preciso tomar de forma urgente medidas ambiciosas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y de adaptación al cambio climático. Por ello, las empresas, como entes fundamentales de la sociedad, deben afrontar los retos particulares que supone el cambio climático en sus campos de actuación.

Cuando la Unión Europea asumió, en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas de Cambio Climático de 2015 en París, el compromiso de avanzar hacia la neutralidad del carbono al 2050, y puso posteriormente en marcha, en 2019, el Pacto Verde Europeo, impuso un marco de actuación para las empresas que las llevó a redoblar sus esfuerzos para disminuir sus emisiones de gases de efecto invernadero. En agosto de 2021, casi un tercio de las mil empresas europeas más grandes se habían fijado el objetivo de alcanzar las cero emisiones de gases de efecto invernadero para 2050 como fecha límite, abarcando los tres ámbitos de emisiones (Alcances 1, 2 y3).

Para conseguir este ambicioso objetivo a largo plazo, es clave que las empresas avancen en línea con la ciencia a través de objetivos que les permita establecer una trayectoria de reducción para las emisiones en los tres alcances. Particularmente, la reducción de emisiones vinculada al alcance 3, se ha vuelto fundamental para las empresas, ya que, en muchos casos, el mayor impacto de la huella de carbono se deriva precisamente de las emisiones que se generan en la cadena de valor, (lo cual queda fuera de su control directo, convirtiéndolas en las más difíciles de gestionar).

Todo este escenario, es de difícil comprensión sin considerar otro de los principales ingredientes que están sobre la mesa, y es el de la transición energética, o descarbonización del sistema energético, reemplazando las fuentes fósiles por energías renovables y potenciando la electrificación. Y es que es fundamental que exista un acceso asequible, seguro y sostenible a la energía.

Todo ello, viene impulsado también por la regulación cada vez más exigente en la materia que determina este avance de manera necesaria. Prueba de ello es la taxonomía europea que plantea un sistema de clasificación común para las actividades económicas sostenibles a través del establecimiento de una serie de criterios que permiten a los inversores comparar el desempeño en materia de sostenibilidad ambiental de las empresas. El desarrollo de los objetivos de mitigación y adaptación al cambio climático muestran también la urgencia al respecto.

Desde el Clúster de Cambio Climático de Forética, la plataforma empresarial de referencia en materia de cambio climático en España, compuesto por más de 70 empresas, abordamos éste y otros temas de tendencia y actualidad para acompañar a las empresas en el camino hacia las cero emisiones netas. 

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