Todas las empresas, sin importar su tamaño ni el rubro en el cual operan, se desarrollan en un entorno que tiene mucha semejanza a un ecosistema, y dentro de sus características esenciales se destacan los balances que operan dentro del mismo debido a la interdependencia de sus partes. Las partes de un ecosistema, ejercen una importante influencia entre sí, y cualquier modificación en el desempeño de una de ellas, afectará en menor o mayor medida a todo el conjunto.
Dicho esto, en términos de competitividad empresarial, cada decisión que una empresa toma buscando objetivos de rentabilidad económica, deberá considerarse en función de los impactos económicos, sociales y ambientales que dichas decisiones ejercen sobre otros actores clave para su negocio, en lo que se conoce como la cadena de valor.
Por ello, si bien históricamente, comprar y contratar eran procesos considerados como puras transacciones destinadas al abastecimiento, y de ahí que se las considerara como “de apoyo”, hoy los líderes y directores empresariales se dan cuenta que la competitividad y sostenibilidad de su empresa no depende exclusivamente de vender, sino también de saber comprar y contratar.
Una gestión sostenible requiere no sólo de una toma de decisiones bajo el enfoque de triple dimensión, esto es, gestionando adecuadamente los impactos cruzados en los ámbitos económicos, sociales y ambientales, sino también tomar en cuenta los intereses y expectativas de nuestras partes interesadas clave de nuestro negocio.
A medida que las empresas comienzan a incorporar la responsabilidad social y la sostenibilidad en sus operaciones, ahora también deben realizar un seguimiento del cumplimiento de ASG / ESG de los proveedores en sus cadenas de suministro de varios niveles. El enfoque de gestión ASG, o ESG según sus siglas en inglés, si bien tiene su origen en las Inversiones Sostenibles, son aplicables actualmente a los negocios en forma integral, aportando la base conceptual para la toma de decisiones empresariales desde el enfoque del Ambiente, la Sociedad y la Gobernanza – ASG.
Suponiendo que los objetivos de sostenibilidad y los KPI ya se hayan establecido, todo lo que falta es un marco para monitorear e influir en la mayor parte de sus redes de proveedores.
Los criterios ASG en la práctica, se combinan en uno o más de estos enfoques:
La actividad de compras es esencial y resulta cada vez más estratégica para las empresas, ya que todo peso ahorrado se refleja en forma directa en la cuenta de resultados, pero ¿ahorrar es siempre algo bueno?
Cuando una empresa ahorra, lo hace esencialmente en base a dos alternativas: A. mejoras de gestión, innovación, diferenciación, etc., y B. reducción de precios de sus abastecedores.
Ahora bien, en la opción B. todo precio tiene una elasticidad, esto quiere decir que cuando los abastecedores reducen sus precios para ganar un contrato, en base a razones ajenas a mejoras de gestión, innovación, diferenciación, etc., podemos estar en presencia de impactos muy negativos que de un modo u otro, y más temprano que tarde, implicarán un riesgo para la empresa compradora.
Estos impactos muy negativos podrían basarse en prácticas de precarización laboral, desinversión en seguridad e higiene, ausencia de estándares ambientales, vulneración de derechos humanos en colaboradores y la comunidad en la que opera, etc..
Algunas empresas, confían su gestión a criterios de cumplimiento, en base a la normativa vigente, como si esta cobertura los dejaría a salvo de la totalidad de riesgos empresariales, pero esto no es así, el asíllamado compliance es condición necesaria pero no suficiente para gestionar adecuadamente impactos y riesgos que pueden no estar penalizados según la ley, pero que generarán grandes perjuicios si no son identificados tempranamente para una gestión eficiente.
El valor de una empresa, está cada vez más relacionado a los intangibles que posee y que gestiona, y dentro de ellos, la reputación o el valor de marca dependen cada vez más de la percepción que se construye en los públicos clave con los que la empresa opera.
Si los proveedores se perciben como meros engranajes de un mecanismo de abastecimiento, seguramente no estarán estimulados a superarse en sus desempeños, y sin su mejor esfuerzo y aporte, difícilmente se pueda llegar a buenos resultados.
Por ello, el proceso de Debida Diligencia, entendido como la gestión empresarial proactiva y exhaustiva de identificación de impactos en la cadena de valor, y más específicamente, en los procesos de abastecimiento y compras, con un enfoque de triple dimensión (económica, social y ambiental), resulta imprescindible.
De manera complementaria, la implementación de un Protocolo Corporativo de Gestión Sostenible de Proveedores, será la respuesta para una gestión que contemple estos impactos y riesgos y promueva condiciones específicas de relacionamiento con proveedores, en base a las categorías que se han establecido a partir del proceso de Debida Diligencia.
Por ello, toda empresa que quiera liderar su mercado diferenciándose positivamente bajo el enfoque de la sostenibilidad, debería adoptar una postura proactiva en cuanto a conocer estos impactos, para diseñar un plan de respuesta, anticiparse a posibles riesgos potenciales y gestionar adecuadamente sus compras.