Cuando dirijo los proyectos de realidad virtual intento no perder la motivación de por qué lo estamos haciendo. El enfoque social, la ayuda que nuestro trabajo ofrece a otras personas, muchas veces se pierde en proyectos de desarrollo, y creo que es el motor para que un equipo no pierda su esencia. Esa parte social, muchas veces muy presente en los objetivos femeninos, ha funcionado muy bien en los últimos años. Si bien es cierto que en los proyectos que dirijo es fácil hacerlo, al tratarse de proyectos de realidad virtual aplicados a la medicina, a la salud, al ámbito educativo, al artístico, etc., siempre busco que el objetivo tenga un impacto social relevante. Adicionalmente, me gusta tener todo controlado en cuanto a tareas, tiempo y dedicación. Desde un punto flexible y de cercanía con el equipo, pero es importante que todo el mundo tenga claras sus tareas.
A la hora de dirigir, creo que las mujeres somos más ordenadas en muchos aspectos. También creo que podemos llegar a ser más productivas, siendo altamente capaces de la multitarea, de estar trabajando en varios contextos simultáneos y con un alto potencial de relacionarlos rápidamente. Además, creo que somos más sociales y cercanas, lo que facilita las relaciones entre los miembros del equipo.
Al estar en un entorno muy técnico de ingeniería, mis jefes siempre han sido hombres. En este sentido, todavía se nota más la brecha de género cuando hablamos de entornos STEM.
Aunque los puestos más elevados en el mercado laboral siguen siendo asignados en gran medida a hombres, sí es cierto que cada vez hay más mujeres en puestos de responsabilidad, y eso es bueno. A veces, las que han conseguido llegar a esos puestos han tenido que hacerse valer tanto que encontramos a mujeres más “duras” o “exigentes”, dado que su camino no ha sido sencillo. Pero creo que poco a poco podremos encontrar más directivas que puedan actuar de forma natural.