Las instituciones financieras pueden utilizar tecnologías Web3 para respaldar dinero con recursos naturales y priorizar la sostenibilidad y la regeneración.
En lo que respecta al dinero, a lo largo de la historia la gente se ha centrado principalmente en sus funciones: sus usos como medio de intercambio, depósito de valor y unidad de cuentas. También hemos demostrado ingenio con las muchas formas en que se ha representado el dinero a lo largo del tiempo, desde pieles y conchas de animales hasta el papel y las monedas de metales preciosos de la actualidad. Pero, en líneas generales, el dinero no ha cambiado mucho a lo largo de los siglos. Si lo consideramos una tecnología, una aplicación para usos prácticos, el dinero tiene los mismos propósitos hoy que en, digamos, el siglo XVII. Y eso es interesante, porque si bien la gente en todas partes ha trabajado duro para innovar en casi todo lo que lo rodea, la mayoría ha pasado por alto la innovación monetaria. En un mundo en el que nos centramos en hacer que casi todo sea mejor, más fácil y más saludable, ¿cómo no hemos prestado al dinero una mayor atención? ¿Por qué no lo hemos mejorado? Y, más concretamente sobre el tema de este artículo, ¿por qué no nos hemos parado a pensar en su impacto negativo en el medio ambiente?
A medida que continuamos aprendiendo más y más sobre los efectos devastadores del cambio climático, tenemos que centrarnos también en hacer de la protección ambiental una característica clave del dinero y del sistema financiero global, incluido el flujo de capital. Una forma de hacer esto es diseñando y emitiendo monedas digitales de manera más responsable, por ejemplo, a través de cadenas de bloques (blockchain) sostenibles. A pesar de lo que algunos titulares quieren que creamos, no toda la tecnología blockchain es energéticamente ineficiente. Más bien al contrario, puede permitir que las personas de todo el mundo realicen transacciones de manera que no solo sean respetuosas con el medio ambiente, sino que también reviertan los efectos del cambio climático en lugar de contribuir a la crisis.
El problema medioambiental del dinero
Cuando escuchamos el concepto "salud económica", inmediatamente pensamos en el estado de la economía. Una economía sana significa un PIB en crecimiento, altas cifras de empleo y confianza del consumidor. En todo el mundo, la buena salud económica se define por un aumento de la producción y del consumo. Pero esta idea descarta el alto coste que paga nuestro planeta por una economía lustrosa e ignora el despilfarro resultante de un marco financiero que facilita el movimiento del dinero a través de fronteras y mares. En nuestro sistema económico actual, despachamos los costes de la contaminación y el consumo de recursos naturales como meros efectos secundarios.
Ya es hora de que admitamos que el dinero y las operaciones diarias del sistema financiero mundial, incluido el flujo más amplio de capital a través de él, contribuyen en gran medida a nuestra actual crisis ecológica. “Las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con las actividades de inversión, préstamo y suscripción de las ‘instituciones financieras’ son, de media, más de 700 veces más altas que sus emisiones directas", según un informe publicado en abril por CDP, una organización sin ánimo de lucro que apoya, a través de la investigación, la creación de una economía sostenible.
Además, la moneda fiduciaria sigue ciegamente lo que está haciendo la economía: actúa como un lubricante y su oferta se expande y contrae para satisfacer las necesidades de la economía. No ofrece ninguna funcionalidad que tenga en cuenta, por ejemplo, los costes ecológicos derivados de su uso. Las monedas digitales, sin embargo, pueden ser "inteligentes" en ese sentido ya que, además de satisfacer las necesidades monetarias de la economía, pueden cubrir también otras, incluidas la protección del medio ambiente y la regeneración ecológica.
Crear divisas y procesos financieros sostenibles en blockchain
La tecnología Blockchain puede cambiar y cambiará el mundo. Estamos seguros de esto porque permite innovar en la manera en que realizamos transacciones a diario. Gracias a la tecnología blockchain, podemos crear criptomonedas que, cuando se adopten ampliamente, podrían ayudar a revertir dicha crisis ecológica actual.
Hoy en día, los contratos inteligentes y los algoritmos de reservas como los que se usan en el blockchain de Celo pueden habilitar monedas estables respaldadas por capital natural. Este mecanismo puede ayudar a apoyar un sistema monetario en el que cualquier crecimiento económico -cualquier aumento en la circulación de monedas estables- conduciría a la preservación y regeneración de los recursos naturales. Si bien la tecnología es nueva para muchos, Charles Eisenstein ya presentó la original idea de monedas respaldadas por capital natural en su libro Sacred Economics.
Eisenstein observó que, debido a que el valor del dinero se deriva de cualquier mercancía que lo “respalde”, la gente siempre querrá crear más de esa mercancía. Por ejemplo, cuando el dinero estaba respaldado por el oro, la gente se apresuraba a extraerlo, incentivada por su valor, aunque el oro era dinero. De manera similar, cuando era ganado, se incentivaba a la gente a aumentar la producción de animales. Entonces, ¿por qué no, propuso Eisenstein, respaldar el dinero con otras cosas que valoramos y que escasean: bosques vírgenes, ríos limpios, etc.
Y, ¿por qué no?
Adoptar el modelo económico del mañana
El mundo debe adoptar una nueva perspectiva de salud económica obtenida no solo midiendo la producción y el consumo, sino también evaluando cómo el sistema financiero global afecta al estado de nuestro planeta. Si damos prioridad a la salud ecológica a largo plazo mediante el uso de tecnologías emergentes como el blockchain, podemos impulsar aún más la sostenibilidad hacia la regeneración del planeta.
Markus Franke, Partner de cLabs en Celo; y Slobodan Sudaric, Partner de cLabs en la iniciativa Climate Collective.