La sostenibilidad es aquello que nos posibilita a las personas ser conocedoras de que el mundo no es una donación de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos. Y al mismo tiempo, es lo que hace posible a las empresas y a las instituciones a aspirar a ser las mejores organizaciones no del mundo, sino para el mundo.
Creo que es necesaria la reflexión sobre qué echamos en falta de la sostenibilidad. En este sentido, quizá habría que poner el acento en la parte de la “G” de la gobernanza, el buen gobierno y la transparencia, que precisamente es el eje estratégico que hace posible la otra parte de la sostenibilidad, la E y la S. Sin una base de buen gobierno corporativo, es muy difícil poner en valor el impacto social y medioambiental por parte de las compañías, personas e instituciones públicas.
Asimismo, parece que se habla poco de la sostenibilidad económica: para poner en marcha planes ambiciosos y posibilistas de sostenibilidad es indispensable que éstos sean viables económicamente y en el tiempo, de lo contrario se quedarán en un mero tratado de buenas intenciones y no tendrán escalabilidad.