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Me ha costado un tiempo escribir estas palabras por pudor y por un sentimiento encontrado de dolor, pena y frustración que he sentido estas últimas semanas desde que supimos que Jordi nos dejaba. Dolor por la pérdida de una persona querida y con una personalidad muy especial que vivía la vida con pasión. Pena por el deterioro de sus últimos meses por culpa de la mala suerte y por la soledad al que el confinamiento le había llevado (a pesar de las redes sociales, webinars y mensajes de whatsapp). Soledad con la que tuvo que afrontar las últimas horas de vida. Y frustración por no haberle podido acompañar y ayudar más en sus últimos meses.

Justo antes del confinamiento, cuando volvíamos en coche de la Granja, tuve tiempo de charlar con él. Hacía mucho tiempo que no lo hacía de manera relajada y solos. Era viernes y había bastante atasco de entrada en Madrid. Algo que agradezco ahora porque me permitió charlar un poco más con él antes de llegar a su casa y dejarle en el portal para enfrentarse de nuevo a su realidad cotidiana de los últimos meses. Una realidad dura pero que intentaba superar con cierto ánimo y eso que sentía bastantes dolores en el hombro, lo que le imposibilitaba aún más. Dolor que inevitablemente reflejaba su cara.  Creí ver en él cierta ilusión y esperanza. Le encontré más animado y consciente de la necesidad de pedir ayuda y compartir conversación y experiencias con otras personas que habían pasado por su situación. De hecho, había contactado ya con una asociación.

Jordi era una persona que necesitaba a los amigos y el cariño de la gente. Que no se mordía la lengua y te decía lo que pensaba. Que intentaba ayudar a través de su diario “a dar bola” y a mover por redes aquello en lo que uno estaba trabajando. Que creía en la RSE a pesar de la frustración que causa su avance lento y contradictorio. Nos animaba al resto a compartir ese sentimiento agridulce escribiendo para diario responsable o elaborando un Manifiesto.

Que mantenía unida la peña RSE. Si no fuera por él mi amistad con Isabel, Alberto, Ramón y Juanjo no sería igual. Estoy segura. Que estaba muy orgulloso de sus hijos. Ah por cierto Jordi, que sepas que los profes de Física de la UNED me dicen que siguen muy gratamente impresionados con Gabriel.

He superado el pudor porque sé que le gustaría leer mensajes de cariño como éste en las redes, aunque ese cariño me gustaría habérselo transmitido más en vida igual que supieron hacerlo entre otros Orencio, su padrino Juanjo, la Roser, Alberto y su fiel colaboradora Almudena.  

Espero y deseo enormemente que hayas descansado en paz y gracias por el legado que has dejado. Por tu capacidad de generar red y diálogo activo entre muchas, muchas personas que gracias a ti y a tu “diario responsable” compartimos nuestro propósito, conocimiento, reflexión y análisis para intentar que el mundo se un poco más justo y amigable.

Muakk, Nanit, Loviu (las últimas palabras que nos cruzamos por whatsapp).

En este artículo se habla de:
OpiniónPalabras para Jordi

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