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La epidemia de Coronavirus, con sus efectos de confinamiento obligado de una gran parte de los trabajadores, la exposición al riesgo de quienes tienen que seguir desempeñando su tarea y la incertidumbre generalizada ante el mantenimiento del empleo o directamente, su pérdida, está provocando efectos psicológicos importantes en los trabajadores. La alteración del sueño, la dificultad para controlar los estados de ánimo y la ansiedad, se convierten así en problemas comunes, incluso para personas que se consideran a sí mismas saludables mentalmente.

De qué depende el impacto psicológico de una crisis de estas características. Por un lado, de la propia situación, repentina, escasamente predecible, que escapa a nuestro control y para la que no tenemos experiencia previa. Por otro, de nuestra capacidad de afrontamiento en función de nuestra mayor o menor necesidad de control, de nuestra vulnerabilidad previa o de la existencia de habilidades afrontamiento, por citar algunos factores. Y por supuesto del contexto, que especialmente en estas circunstancias, se convierte en un elemento añadido, facilitador o agravante de este impacto.

La infección afectará a un porcentaje mayor o menor de personas, pero todos, de una u otra manera, sufriremos sus efectos psicológicos. Desde síntomas leves de ansiedad, tristeza o desánimo, hasta reacciones de estrés agudo temporal o trastornos psicopatológicos como el Estrés Postraumático. Una encuesta rápida realizada a 500 trabajadores a domicilio por el Instituto de Estudios Laborales, un centro británico de investigación y consultoría sobre recursos humanos, reveló que el 20% de los encuestados admitían un mayor consumo de alcohol, un tercio indicaba que se alimentaba de forma menos saludable y el 60% hacía menos ejercicio. El 64% informa de problemas para dormir debido a la ansiedad y el 48% trabajaba con patrones de trabajo irregulares y jornadas largas. Un tercio se sentía solo.

Los profesionales que están encargándose del cuidado de las personas están especialmente expuestos al daño psicológico. En un reciente estudio publicado en este mismo año  se muestra que es común entre el personal que está expuesto al sufrimiento y a las experiencias traumáticas la existencia de repercusiones negativas manifestadas a nivel físico, psicológico y cognitivo tras situaciones de emergencias y crisis. Estas repercusiones pueden permanecer durante varios meses.

La intervención psicológica en este contexto ha cobrado una especial relevancia y todas las empresas tratan de alguna manera de ofertar programas de intervención profesional y cuidado de sus trabajadores para paliar el impacto de esta crisis.

Grupo 5 es una empresa especializada en la intervención con personas en situación de vulnerabilidad por diversas circunstancias. Familias, niños y adolescentes que viven en entornos especialmente desprotegidos, personas sin hogar o en situación de emergencia social o personas que presentan diversos grados de dependencia y discapacidad como consecuencia de una enfermedad mental, un daño cerebral sobrevenido o una discapacidad intelectual. Por tanto, hemos debido abordar un doble reto: por un lado, seguir dando continuidad a la atención de nuestra población, ya de por sí vulnerable y por otro cuidar a los profesionales que lo realizan, especialmente a quienes desempeñan su tarea en los servicios residenciales.

Así, desde los primeros días se han puesto en marcha diversas iniciativas para paliar en lo posible el impacto psicológico, con distintos grados de intensidad y especialización.

Por un lado, conscientes de que tenemos que mantener el apoyo mutuo ante la situación de aislamiento, estamos fomentando los encuentros virtuales de carácter informal entre grupos de trabajo o desarrollando iniciativas orientadas al incremento del conocimiento, la comunicación y la cohesión entre los centros.  

Por otro, estamos abordando el fomento de las estrategias de afrontamiento ante la situación de confinamiento o la propia incertidumbre ante el riesgo, a través de la puesta a disposición de guías de autocuidado ante el confinamiento y la realización de un grupo semanal de meditación para profesionales.

En un nivel más especializado y ante situaciones que requieren apoyo profesional, se han puesto en marcha dos iniciativas: el servicio de apoyo psicológico on line, atendido por cinco psicólogos voluntarios de la propia empresa y un servicio de supervisión externo para apoyo a los equipos de trabajo profesional.

Son numerosas las situaciones que estos días están requiriendo intervención psicológica entre los profesionales ante la aparición de pensamientos negativos, insomnio, reacciones somáticas de ansiedad, sensación de falta de control y sentimientos de tristeza y desesperanza.

Psicólogas que deben sacar lo mejor de sí mismas para seguir prestando apoyo, seguimiento y ánimo a personas como María, que padece una enfermedad mental, vive sola y que desde hacía varios años acudía al Centro de Día, ahora cerrado, para vencer la tristeza y los síntomas en forma de voces que constantemente le criticaban y le hacían vivir aislada, más aún desde que falleció su hermana. Educadores Sociales que se afanan en manejar en la distancia situaciones familiares ya de por sí complejas, agravadas durante el confinamiento, para seguir dando atención a esos niños, niñas, adolescentes y familias en general. Dando luz desde la sombra.

Cuidadores y monitoras que se han convertido en el único y permanente apoyo de personas como Javier, que vive en una residencia para personas con discapacidad y que estaba habituado a pasar todo el día fuera, que acudía a actividades a Centro Cultural y a diario, por las mañanas, sacaba algo de dinero en el banco, compraba y paraba a tomar un café a un bar donde ya era uno de los clientes más queridos. Auxiliares y terapeutas que se convierten en la familia de personas con daño cerebral ingresadas, sometidas a las limitaciones y déficits derivados de su trastorno y además, a la ausencia de su propia familia.

Responsables de servicios que atienden a personas en situación de exclusión y que se exponen a diario al contagio, que sienten la presión de disponer a diario del material de protección necesario para los trabajadores, que se afanan por formar deprisa a los suplentes y por calmar las incertidumbres de todos y los miedos de los usuarios con una sonrisa, olvidando los suyos propios, que le derrumban cuando llega a casa.

Enfermeras que trabajan en residencias de mayores y han decidido vivir aisladas de su familia por miedo a contagiarles y que viven a diario la angustia de la muerte tan cercana y fría de estos días.

Situaciones sostenidas en el tiempo, propicias a reacciones emocionales aplazadas, ocasionalmente intensas, si no nos hacemos conscientes de la necesidad de cuidado, buscando entre nuestros propios recursos a veces entre nuestros compañeros y compañeras y buscando consejo y ayuda psicológica especializada en caso necesario.   Los profesionales también tienen emociones. Cuidar y apoyar psicológicamente a los profesionales para que ejerzan su función en este momento es un factor necesario para seguir hacia adelante.

 

Miguel Simón Expósito

(Doctor en Psicología. Director de Innovación y Relaciones Institucionales. Grupo 5)

Daniel Navarro Bayón.

(Psicólogo. Responsable del Área Técnica. Grupo 5)

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