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Hace una semana la Directora de Recursos Humanos de una empresa con unas 600 personas empleadas me preguntaba en Panamá qué porqué tenía que estar protegiendo a la mujer. Decía que ella le explicaba a su hija que tenía que ser valiente, esforzarse en la vida, y que no era una víctima que necesitara protección. Sin duda, yo, a mi hijo, no le digo que tiene que proteger a las niñas, le explico que tiene que respetar a todas las personas independientemente de su género, capacidades, nacionalidad, etc.

Helena Perez

Fundadora y Directora Creativa de Spread the Word

www.spreadthewordglobal.com

Hace una semana la Directora de Recursos Humanos de una empresa con unas 600 personas empleadas me preguntaba en Panamá qué porqué tenía que estar protegiendo a la mujer. Decía que ella le explicaba a su hija que tenía que ser valiente, esforzarse en la vida, y que no era una víctima que necesitara protección. Sin duda, yo, a mi hijo, no le digo que tiene que proteger a las niñas, le explico que tiene que respetar a todas las personas independientemente de su género, capacidades, nacionalidad, etc.

Al mismo tiempo, (y notad que no digo “pero”), el contexto de la pregunta no es el de una charla de educación en valores en el siglo 21, sino una formación sobre igualdad y diversidad en la empresa.  Y en ese contexto, la pregunta es “¿tenemos que proteger a la mujer?”. Podríamos haber hablado del marco de las Naciones Unidas para proteger, respetar y remediar, y sobre las diferencias entre las responsabilidades de los actores, pero ni si quiera es necesario recurrir a él.

Entre sus muchas obligaciones, la empresa tiene la obligación de (1) garantizar a todas las personas que emplea la igualdad de oportunidades y de trato y (2) de garantizar su integridad física, psicológica y sexual. Siempre, evidentemente, dentro de un contexto laboral. Y esto no es nada nuevo, aunque hasta el año pasado la OIT no adoptara el Convenio núm. 190 sobre la violencia y el acoso.

Crear espacios seguros de respeto mutuo donde todas las empresas puedan aprovechar al máximo el potencial de las personas empleadas va a requerir que las empresas adopten tanto medidas preventivas como reactivas de protección. Si nos basamos en las estadísticas actuales, que reconocen que la discriminación y violencia y el acoso por razón de género en el trabajo afectan de manera desproporcionada a las mujeres, entonces es previsible pensar que efectivamente las personas mayoritariamente beneficiadas por las medidas que la empresa ponga en marcha sobre estos temas serán las mujeres.

¿Esto implica que la empresa tiene que proteger a la mujer? Desde mi punto de vista, lo que implica es que la empresa tiene que adoptar medidas, planes, acciones y procedimientos que garanticen la protección de todas las personas empleadas, y así puede garantizar su igualdad y su seguridad. Sí, porque se lo exige la ley y también porque sabe que de lo contrario bajará la motivación, compromiso y productividad de su plantilla.

Una parte de nosotras es mujer, otra es amiga, otra es madre, otra es hija, (…) y otra es directora de RRHH o responsable de alguna manera de las políticas y procedimientos de la empresa. A esa parte de nosotras responsable de personas y de “gestión del talento en la empresa” (que poco me gusta esa expresión) le digo que sí, que tenemos una responsabilidad de proteger a todas las personas empleadas y garantizarles un espacio seguro de respeto mutuo en el que puedan realizar el trabajo por el cual se le ha contratado.

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