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¿De verdad es importante que, ya entrando en la década de los años 20 del siglo XXI sigamos celebrando un día internacional de la mujer? Por desgracia, la respuesta sigue siendo afirmativa.

Si bien es cierto que en el camino hacia la igualdad de género hemos avanzado a pasos agigantados en los últimos años, todavía queda mucho por andar. La legislación en muchos casos, e incluso las meras recomendaciones relacionadas con el buen gobierno de las empresas han contribuido en gran medida a estrechar la brecha entre los dos géneros.

Las grandes compañías, ya sea por propio convencimiento o por necesidad de cumplimiento, han situado la palabra diversidad (pero no solo de género) entre las prioridades de sus agendas y el ejemplo ha ido calando, aunque muy poco a poco, hacia abajo, hacia las empresas de menor tamaño e incluso al resto de la sociedad. Pero no podemos conformarnos con el hecho de que en determinados ámbitos, como por ejemplo en los consejos de administración del ibex 35 empiece a ser significativa la presencia de mujeres. Quizás significativa, todavía no igual.

¿Las mujeres estamos tan preparadas como nuestros compañeros para asumir las mismas tareas que ellos.  ¿Por qué deberíamos entonces conformarnos con saber que hemos avanzado si todavía nos queda parte del camino por andar?El objetivo número 5 de los ODS de la Agenda 2030 busca alcanzar la igualdad de género para 2030. Nos quedan por tanto diez años para que la respuesta de sí deberíamos ya dejar de celebrar el 8 de marzo fuera un sí sonoro y con mayúsculas. ¿Podremos dejar de reivindicar la igualdad entre ambos géneros porque ya lo hayamos conseguido en 2030?

Ese es el objetivo. Trabajemos para lograrlo.

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