A mi entender, actualmente y desde la visión holística que debe aplicarse a la RSC, todos los retos a los que se enfrentan las empresas tienen que ver, en mayor o menor medida, con este modelo ético de hacer negocios. Las tendencias indican que a medio o largo plazo la innovación no será una opción; la gran mayoría de los estudios realizados por expertos o consultoras están advirtiendo a los países y a las organizaciones de cualquier índole que o integran la innovación como vector principal de su estrategia o dicho crudamente, terminarás siendo un actor ya no secundario, sino de reparto o aún peor, desaparecerás. No hace mucho escuché al profesor Gay de Liébana señalar un dato que nos pone en evidencia y que debería exigir una reflexión profunda: Las cuatro grandes tecnológicas del mundo: Google, Amazon, Facebook y Apple, conocidas como las integrantes del grupo GAFA, invierten en I+D seis veces más que el conjunto de España, 90.000 millones de dólares en 2018 frente a 14.052 millones de euros. Otro dato que nos debe hacer reflexionar a los que formamos parte de una u otra forma del entramado empresarial español, es el que ha publicado la Comisión Europea en relación al grado de innovación de los países miembros, situando a España en el puesto 19 de 28 países, y lo que es más grave aún, la tendencia indica que empeoramos, cayendo tres puestos desde la última publicación de este ranking y estando por detrás de países como Malta, Chipre o Eslovenia.
En este contexto, una pregunta indicada a hacerse es si los modelos de organización empresarial que tenemos implantados en nuestras organizaciones incentivan la innovación o no, y cuáles de ellos nos permiten implementarla por su propia naturaleza.
Igualmente, y siguiendo esta línea argumentativa, deberemos reflexionar sobre si el modelo propuesto por la RSC puede sumar esfuerzos y contribuir a la incorporación de la innovación empresarial. Estoy convencido que estos dos enfoques del negocio deben ir de la mano. La RSC se debe elevar como herramienta empresarial impulsora de la innovación, que al impactar en la totalidad de las áreas de una organización debe establecer un sistema de mejora continua y por tanto contribuir a la innovación. En este sentido, conceptos como la Innovación Social Corporativa (ISC) ya unen, enlazan y relacionan directamente la Innovación a la RSC y viceversa.
Concretamente y pasando a un plano más práctico, la integración plena de la RSC, de inicio, debería suponer la incorporación de dos tipos de innovación:
Pero además de estos dos tipos, también se estaría contribuyendo y estimulando otros que tienen relación directa con el objetivo de la RSC y que nos hacen poner el foco no sólo en el qué hacemos, sino también en el cómo lo hacemos. En este sentido, se hace igualmente sencillo, establecer relación directa con los tipos restantes de innovación (según el modelo Doblin): innovación en modelo de negocio, en network, en producto, en plataforma o sistema, en servicio, en canal, en marca o en customer engagement.
En definitiva, la RSC no sólo es un sistema que incentiva la sostenibilidad económica, social y ambiental, sino que a mi entender lo debe hacer de modo que sitúe a la innovación como base de las transformaciones que genera.