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Las principales escuelas de negocios y sus manuales que sirven de base para promover buenas prácticas en la gestión empresarial no ahorran esfuerzos en remarcar la trascendencia del concepto comúnmente llamado “alineación estratégica”.

Con el mismo, se intenta argumentar la relevancia que tiene la capacidad de gestión de quienes conducen para encolumnar a toda la organización bajo las directrices de una estrategia previamente definida, buscando potenciar el uso de recursos (que por definición, es limitado), en aquellos objetivos y actividades prefijadas y evitar así la dispersión de recursos en iniciativas que no se encuentren contempladas por dicha estrategia.

La “alineación estratégica” es reconocida por todas las escuelas de negocios como uno de los factores clave para la competitividad empresarial. Pero ¿qué de la gestión sostenible? Uno de los factores críticos en tal sentido, que está retrasando notablemente la implantación de la sostenibilidad como filosofía de negocio en las empresas es sin lugar a dudas “las competencias entre áreas internas”.

Pongamos por caso el área de compras. Su funcionamiento está influenciado por distintas áreas que compiten entre sí, y esa competencia, sin una adecuada alineación estratégica promovida por la Alta Dirección generará un enorme desestimulo en la implantación de la gestión sostenible a la vez que promoverá grandes pérdidas de competitividad para la empresa.

Debemos siempre recordar a estas alturas, que la competitividad de una empresa no sólo depende de sus ventas y sus ingresos sino también de una eficiente gestión de sus compras y su abastecimiento. Ahora bien, el área de ventas naturalmente buscará mayores ingresos, para lo cual, compras deberá asegurar la fluidez del abastecimiento en tiempo y forma. El área de calidad, intentará asegurar que ese abastecimiento garantice que ciertas especificaciones sean cumplidas.

El área financiera por otra parte buscará que compras genere ahorros, pero el área de legales intentará que estos ahorros no generen contingencias desproporcionadas que luego de afrontarse generen pérdidas que neutralicen la rentabilidad de la compañía. Si a este análisis le sumamos el peso específico del departamento de compras dentro de la estructura, que habitualmente es medio, y su dependencias funcional, generalmente en línea con la Dirección de Finanzas, pretender que la sostenibilidad gane terreno como filosofía de gestión resulta altamente improbable.

El empoderamiento de las áreas de sostenibilidad dentro de la empresa puede ser una estrategia acertada para intentar balancear las relaciones de fuerza intra-empresa, pero sin lugar a dudas el enorme desafío para lograr que la sostenibilidad realmente tome cuerpo en la gestión estratégica de una empresa radica en instalar el tema en la Alta Dirección, para que tenga una presencia permanente y relevante en su agenda. Solo así, la sostenibilidad dejará de ser una forma de comunicar para pasar a ser una forma de ser.

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