Cincuenta años mas tarde de que Milton Friedman, fundador de la llamada Escuela de Chicago y premio Nobel de Economía, definiese en un famoso articulo lo que era, a su juicio, la Responsabilidad Social (“cumpliendo la ley, maximizar el beneficio para el accionista”) y justificando con su autoridad académica lo que se ha llamado “capitalismo salvaje”, mira por donde, en agosto de 2019, tercer año de la era Trump, el “Business Roundtable”, un “lobbie” empresarial que agrupa a casi doscientas de las más importantes empresas U.S.A, nos sorprende con un manifiesto/compromiso firmado por 182 mandamases (presidentes y CEO de sus respectivas y globales corporaciones) que han titulado “Statement on the Purpose of a Corporation”, es decir, una especie de declaración de intenciones que, sin mencionarlo explícitamente, parece entonar un mea culpa por actuaciones pasadas y anuncia un decidido propósito de enmienda...
Mas allá de los cinco compromisos que recoge el documento (noticia de portada en “The Economist” esta semana) que importan mucho, es singularmente jugoso el preámbulo o introducción en el que los firmantes sientan las bases de esos mismos compromisos y declaran (“America firts”, ya se sabe) que los “estadounidenses merecen una economía que permita a cada persona tener éxito a través del trabajo duro y la creatividad, y llevar una vida con sentido y dignidad”. Naturalmente -no podría ser de otra forma- ensalzan el libre mercado como lo mejor para generar buenos empleos, una economía fuerte y sostenible, innovación, un ambiente saludable y oportunidades economicas para todos.
Que yo recuerde, en un documento de esta naturaleza es la primera vez que tan claramente se menciona el importante rol (“vital”, se dice en el texto) que la empresa juega en el mundo y, sobre todo, su función social al “crear empleos, fomentar la innovación y proporcionar bienes y servicios esenciales... que sustentan la economía y su crecimiento”. Y, además, sin perjuicio de que cada empresa, individualmente, cumpla sus propios fines y propósitos, los firmantes comparten -y eso si es muy importante- los famosos cinco compromisos con todos sus grupos de interés, “stakeholders” o afectados:
- Proclaman su apoyo indubitado a las comunidades donde trabajan, respetando a las personas que habitan en esas comunidades, y se comprometen a proteger el medio ambiente adoptando prácticas sostenibles en todos sus negocios.
- Se comprometen con la transparencia y a generar valor a largo plazo para sus accionistas que, dicen, proporcionan el capital que permite a sus empresas “invertir, crecer e innovar”. Pero también se comprometen con sus accionistas y con cada uno de sus grupos de interés, prometiendo generar valor para cada uno de ellos “para el éxito futuro de nuestras empresas, nuestras comunidades y nuestro pais”.
En fin, aunque el documento no menciona (vaya usted a saber por qué) la palabra corrupción, a mi me parece una interesante iniciativa que, según se desarrolle/ejecute, podrá devenir en mala, regular, buena o excelente porque las cosas no son igual para todos. Lo que diga el señor presidente de Estados Unidos también me interesa porque el documento incluye aspectos frontalmente opuestos a políticas del todopoderoso Trump y cualquiera sabe lo que pueda tuitear/hacer este sujeto. Lo que está claro es que después de esta declaración de intenciones parece difícil la vuelta atrás. Si hay compromiso con la transparencia, un imperativo social y una obligación, les recordaremos a los firmantes la antigua conseja de Séneca (“Di lo que debes y haz siempre lo que dices”) para que cumplan lo que prometieron porque esta claro que, si no lo hacen, estarán “kaputt”, como ya lo están las doctrinas del señor Friedman...