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Aplicar medidas restrictivas con carácter general para controlar las horas extra es igual que regresar a los coches de caballos para disminuir la contaminación del aire en las ciudades:  todo más lento y lleno de bosta, ¿es esa la solución?

Según los datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) las horas extra no remuneradas han aumentado un 10,5% en el segundo trimestre del año. (Puedes consultar más datos aquí).

Desde que se implantó el registro obligatorio de jornada, las pymes (muy especialmente) se quejan de mayor carga burocrática y de tener que dedicar muchas más horas que antes a negociar con los empleados el contrato psicológico que ya funcionaba.

En efecto, el hecho de que la plantilla sea reducida favorece la consecución de acuerdos de beneficio mutuo, como por ejemplo el tan conocido de "tú te quedas este fin de semana hasta que se vaya el último cliente y a cambio puedes elegir x mañanas libres entre tal y tal fecha", y tantos otros. También existen muchos acuerdos gracias a los cuales la empresa puede hacer frente sin sobrecostes a puntas de actividad y los empleados consiguen, a cambio de su implicación y compromiso, horarios flexibles, ayudas en momentos familiares difíciles, formación no pactada previamente y tantas otras contraprestaciones.

Por supuesto que pueden darse planteamientos leoninos por parte de la empresa, y de hecho existe fraude de ley. Pero eso no significa que haya que aplicar palo para todos, porque cualquiera que piense un poco puede entender que nunca ha sido beneficioso castigar a "los buenos" para reconducir a "los malos", habida cuenta que "los buenos" son la mayoría.

Aplicar medidas restrictivas con carácter general para controlar las horas extra es igual que regresar a los coches de caballos para disminuir la contaminación del aire en las ciudades:  todo más lento y lleno de bosta, ¿es esa la solución?

Tendremos a todo el mundo controlado y realizando sus ocho horas diarias - al menos aparentemente - pero no supone en absoluto una mejora social: te dejo aquí un interesante artículo publicado en The Conversation, que se plantea qué ocurrirá con los horarios flexibles, el teletrabajo y otras medidas punteras en las que varios países europeos nos llevan una ventaja escandalosa.

Porque resulta sorprendente que, por un lado, estemos haciendo esfuerzos para que nuestra sociedad se sitúe entre las más avanzadas y, por otro, recurramos a medidas prehistóricas para reconducir una situación mejorable. Un poco más de imaginación y de información por parte de los legisladores, por favor. ¿O tendremos que esperar a que aparezca la Greta Thunberg de la gestión de empresas para poner de relieve lo evidente?

En este artículo se habla de:
Opiniónflexibilidadlaboral

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