Desde que el movimiento #MeToo comenzara hace más de un año a cambiar la visión social y política de las mujeres en el mundo, muchos comportamientos hasta el momento considerados normales hoy son cuestionados y reprochados por una parte creciente de la sociedad. Las mujeres reclaman su posición en la esfera pública, en ámbitos como la política; pero también en la privada, especialmente en las empresas, donde solo un 34% de mujeres ocupan puestos directivos, según el Foro Económico Mundial.
Harvard Business Review realizó en 2018 una investigación para cuantificar la realidad del fenómeno #MeToo. Más del 60% de empleados cree que este movimiento ha propiciado entornos de trabajo más saludables, ya que se permite hablar de temas como el acoso laboral y emprender medidas para su erradicación. Un 20% de los trabajadores consideran que se han implementado cambios tangibles.
La igualdad de género en la Agenda 2030
El nuevo informe de ONU Mujeres, “Hacer las promesas realidad: La igualdad de género en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, presenta una evaluación exhaustiva de los avances, dificultades y posibilidades de la aplicación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) desde una perspectiva de género.
El informe sostiene que el desarrollo que pretende la Agenda 2030 solo será sostenible “si sus beneficios favorecen por igual a mujeres y hombres”. A su vez, la ONU afirma que “los derechos de las mujeres solo se harán realidad si forman parte de esfuerzos más amplios para proteger el planeta y garantizar que todas las personas puedan vivir con respeto y dignidad”.
Para Phumzile Mlambo-Ngcuka, Secretaria General Adjunta y Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, el progreso de las mujeres y las niñas sigue siendo “inaceptablemente lento”. “A pesar de los avances en la matriculación de las niñas en la enseñanza primaria, 15 millones de niñas en edad escolar nunca tendrán la oportunidad de aprender a leer y escribir en la escuela primaria, en comparación con 10 millones de niños”, asegura.
La violencia contra las mujeres y las niñas también continúa siendo una pandemia mundial: “una de cada tres mujeres y niñas sufre violencia física o sexual en algún momento a lo largo de su vida”, afirma Mlambo-Ngcuka.
Como ha señalado la ONU en numerosas ocasiones, la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas de todo el mundo es un ingrediente transversal para asegurar el éxito de cada uno de los 17 ODS. Por lo tanto, cuando hablamos de sostenibilidad, no solo se trata de motivar un desarrollo global que respete el medio ambiente, sino también de un desarrollo feminista –entendido como el movimiento por la igualdad de derechos civiles entre mujeres y hombres– que permita a las mujeres participar, sin excepción, en todos los entornos sociales, económicos y políticos, en igualdad de condiciones y de derechos.
Liderar con propósito más que estatus de poder
El año pasado escribíamos en este mismo medio sobre qué ocurría cuando era la mujer la que lideraba. ¿Cuáles eran las consecuencias y los beneficios de ese liderazgo? En aquel artículo, analizábamos cómo existe una correlación positiva entre el desempeño de las compañías y la presencia de mujeres en la alta dirección. Un estudio de McKinsey&Company revela que las compañías que apuestan por las mujeres líderes en sus equipos tienen un 21% más de probabilidad de ser rentables, y un 27% más de probabilidad de generar una creación de valor superior, en comparación con compañías con menos mujeres en puestos de dirección.
Pero ese liderazgo no solo es estrictamente financiero, sino que va más allá, hacia lograr un propósito con un impacto social. Este parecer lo resumía brevemente Rose Marcario, CEO de Patagonia, en una entrevista reciente: “Si la gente que trabaja en Patagonia cree que hacemos cosas para hacer del mundo un lugar mejor, para conseguir que las empresas tomen responsabilidad no solo de los beneficios, sino también de las personas y del planeta, entonces ese sería mi mejor legado”.
Una investigación realizada por la Rockefeller Foundation a partir de entrevistas a directoras ejecutivas de grandes empresas señala, efectivamente, que la principal motivación de las mujeres en puestos de liderazgo es, además de conseguir buenos resultados financieros, lograr un impacto positivo en el entorno.
Según este estudio, en comparación con sus homólogos hombres, las mujeres CEO están más motivadas por el trabajo en equipo que por el estatus de poder. Por este motivo, más de dos tercios de las directoras ejecutivas entrevistadas admitieron estar motivadas por un sentido de propósito y el convencimiento de que su compañía podía tener un impacto positivo en la comunidad, sus empleados y, en general, en el resto del mundo.
Como dijo la escritora Carmen Martín Gaite, “el testimonio de las mujeres es ver lo de fuera desde dentro. Si hay una característica que pueda diferenciar el discurso de la mujer, es ese encuadre”. Aprovechemos y busquemos ese sentido en nuestra vida profesional y personal.