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Durante estos últimos años he ido insertando en el periódico diversos artículos sobre RSC, intentando profundizar en aspectos relacionados con la empresa y con las personas que hacen posible la organización. Sin embargo, hoy escribo algo que hubiera preferido no escribir nunca. Se trata de un ejemplo muy característico, y bastante común, que podríamos tomar como referencia e intentar, con nuestra actuación, que nunca se repita.

En relación a la RSC y a los grupos de interés (stakeholders) a los que debemos atender, algunas empresas suelen considerar como único grupo de interés a los accionistas, dejando en segundo plano a los empleados, a los proveedores (dependiendo de sus capacidades técnicas y económicas) y sobre todo, a los clientes, que somos precisamente los que hacemos progresar a las empresas con la compra de sus productos.

De todos es conocida la situación de Volkswagen y los problemas mundiales que ha generado, y que generará, por el engaño reconocido en la manipulación del software de algunos de sus motores para el control en la emisión de gases. Volkswagen, como empresa líder en el sector automovilístico, al tratar de resolver el revuelo creado por su mala actuación, ha considerado que hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda, cuándo no de tercera. En EE.UU han indemnizado a todos aquellos usuarios que fueron víctimas del engaño descrito y, sin embargo, en Europa aún estamos esperando una reacción similar, que dependerá sin duda de los tribunales de justicia.

Hasta aquí todo conocido. Pero, el caso, descrito en el enunciado, va más allá. Conozco directamente a un cliente de la marca que en su día compró un Tiguan, 2.0 Sport, el cual está afectado por el problema anteriormente descrito. Además, con 42.000 Kms, ha tenido múltiples problemas, algunos parecen relacionados con la emisión de gases, pero también otros muy diversos, como el defecto de luces hasta la cubeta de refrigeración, así como problemas relacionados con el sistema del aceite.

Es posible que esta situación sea una excepción, o quizá no, no puedo entrar a su valoración por falta de datos, aunque la empresa Volkswagen si debería hacerlo. Si se trata de una excepción, parecería razonable también que se diera solución al problema planteado, también de forma excepcional. De no ser así, y si se producen situaciones similares, en algunos o en muchos vehículos, la empresa debería analizarlo en profundidad y dar soluciones satisfactorias previas a la venta de los equipos.

En la actualidad, como escribía el gran filósofo polaco Zigmant Bauman, la sociedad que estamos construyendo no tiene referencias sólidas y todo parece diluirse hacia un único fin, la ganancia económica de unos pocos. Una vez más, quiero hacerle un homenaje, y considerar este asunto como ejemplo práctico que puede ayudar a todos los ciudadanos. Me refiero a la importancia que tiene, o debería tener, realizar una reflexión antes de materializar cualquier compra que vaya a ser de utilidad y ayuda en su vida cotidiana. Esta adquisición se supone que nos hará la vida más agradable aunque   represente un esfuerzo económico, pero nunca, como es el caso citado, una pérdida de tiempo, dinero, y calidad de vida.

¿Compramos un coche porque nos gusta?, ¿porque nos incitan con la publicidad?, o ¿porque necesitamos dar respuesta a nuestras necesidades cotidianas?, ¿esperamos que la compra realizada nos ayude en nuestro quehacer diario?

Cuándo pagamos más por una marca y modelo determinado, ¿exigimos los medios necesarios para un buen mantenimiento, y sobre todo, ¿para obtener resultados satisfactorios, y claramente contrastables?

¿Estudiamos con detenimiento las ofertas que nos ofrece el mercado?

Estas, y otras muchas preguntas, deberían hacerse todos los ciudadanos que estén pensando comprar un coche Volkswagen, y tomar como referencia importante la respuesta que esperan recibir del fabricante, en el supuesto de tener algún problema no deseado.

No quiero alargar más este artículo que espero sea ilustrativo de lo que debería ser, y no es, la RSC.

Permitidme, para terminar, hacer una comparación con lo que pasaba en la Grecia antigua, lo cual podemos constatarlo en los textos clásicos como tragedias, y no parece muy distinto en la actualidad.

Eurípides manifestaba: “El pobre, el desventurado, el débil, aquél que solo tiene sus lágrimas, cuando el impotente es víctima de la injusticia, solo puede hacer una cosa y es volverse contra el poderoso”, para asegurar a continuación: “para que el más fuerte pueda gobernar razonablemente, será preciso que el más débil le hable y lo desafíe con discursos de verdad”

¿Lo habré conseguido?

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Opinión

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