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Los últimos artículos sobre RSC predicen las tendencias en esta área para el 2017 y en adelante, entre otras se apuntan, cambios en la forma de los reportes de sostenibilidad, más regulación y menos voluntariedad, el compliance, más medidas medioambientales…Pero de todas las tendencias me quedo con la que me parece más esperanzadora y la que de verdad puede suponer el cambio que pretendemos: el hecho de que la RSC comience a incluirse en los programas formativos de educación secundaria, de las Universidades y de la FP

La enseñanza , la educación y la formación son las herramientas más poderosas que tenemos a nuestra disposición para empoderar a los niños y jóvenes, para que actúen como sujetos libres y responsables en un mundo cada vez más complejo, e incierto.

Incluir la RSC en los planes de educación y formación quiere decir “normalizar” el término. Hay que democratizar el concepto de RSC, y convertirlo en RSH, Responsabilidad Social Humana que viene a ser algo así como hacer lo correcto.

No se trata de inventarse nuevos términos para resultar ser más originales. No quiero entrar en el debate eterno de la terminología, simplemente quiero fijarme en el concepto, en la idea. La RSC es sobre todo una iniciativa para las empresas, que  surge de forma reactiva por diversas crisis y preventiva de males mayores pero el objetivo es lograr que las próximas generaciones no tengan que hablar de RSC porque tienen el principio de responsabilidad interiorizado de forma individual y personal (viene de serie)

Leía un artículo el otro día que trataba sobre esto, el salto de lo empresarial a lo personal, a lo humano (from corporate to human). La Responsabilidad Social empresarial tiene que pasar de ser empresarial a ser Responsabilidad Social Personal. Este tiene que ser el verdadero objetivo de la RSC, convertirse en algo habitual y cotidiano que tiene que ver con cada uno de nosotros y que forma parte de lo que somos. 

La buena noticia es que la virtud puede enseñarse, o al menos, eso decía Aristóteles. Aunque él se refería más a una revelación que a una enseñanza.  Entendemos que si puede enseñarse, es que puede aprenderse, y para esto sólo hace falta voluntad y un cambio en nuestra concepción de la exigencia ante lo que es correcto. ¡El bien, tiene que ser una aspiración de cada ser humano! Y convertirlo en hábito es tarea de todos. La virtud puede enseñarse en las escuelas, en las empresas, y en nuestros hogares. 

En nuestro contexto social cada vez más incierto y efímero, la solución más realista para consolidar todas las formas de Responsabilidad individual y empresarial es volver sobre nuestros pasos y pensar que lo verdaderamente importante es porqué hacemos las cosas y cómo las hacemos. Repensar lo que hacemos para dotarlo de sentido.

Hablamos demasiado cada día de la necesidad de adaptación al cambio, pero en realidad lo que hay que plantearse es si ese cambio supone un avance para nosotros como personas. Cambiar no significa necesariamente progresar…

El cambio es científico y el progreso es ético, el cambio es indudable pero el progreso es una asunto de controversia. B. Russell

 La educación es una tarea para toda la vida, hay un famoso proverbio africano que dice “Si haces planes para una vida, educa a la gente”. Aunque nuestra educación de hoy ha de ser cambiante porque vivimos en el reino de lo efímero. Sin embargo, la educación no puede olvidar su objetivo, su tarea humanizadora en la que  cada uno es protagonista de un proyecto de vida personal a realizar. En este tarea está inmersa la posibilidad de transformación individual desde la propia concepción del mundo, hasta la transformación social. 

Dentro del concepto de Desarrollo Sostenible, además de nuestra responsabilidad de legar un planeta en condiciones a las futuras generaciones, deberíamos añadir la responsabilidad fundamental de legar una cultura, y una cultura con valores. Hay que añadir a la definición de Desarrollo Sostenible, el aspecto menos material, pero sin el cual no es posible el verdadero desarrollo y progreso de la humanidad, el de la transmisión de lo que nos hace realmente humanos. La historia de la humanidad no puede ser olvidada y es la base para conocer tanto la grandeza del ser humano como sus debilidades. Conocer nuestra historia nos hace más fuertes y nos ayuda a evitar que los errores y atrocidades que hemos cometido siempre en aras del “progreso” malentendido se repitan. Cada genocidio y cada guerra nos recuerdan que el único progreso verdadero es trabajar por convertir a la humanidad en una verdadera familia global que no entienda de fronteras y que supere los déficits democráticos que suponen las divisiones; los que toman las decisiones no suelen coincidir con los afectados por ellas.

El verdadero triunfo del Desarrollo Sostenible no consiste sólo en ese legado material de nuestro planeta sino en un legado cultural de la historia de la humanidad impregnada de valores.

Quiero terminar con una cita del actual presidente de la ONU, Antonio Guterres,

Es tiempo de recordar los valores de la humanidad, los valores que son la base de la ONU, Paz, Justicia, Respeto, Derechos Humanos, Tolerancia, Solidaridad.

 

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