- Crear una cultura de cumplimiento… para dirigir mejor. Claro que hay que cumplir la ley, los códigos de buena conducta, etc. Pero me pareció importante poner énfasis en que eso tiene que servir para dirigir mejor. Si no, estamos desperdiciando una gran oportunidad.
- Por eso, el programa tiene que estar enfocado a la resolución de problemas, de los problemas que tienen o pueden tener los empleados y directivos de todos los niveles. ¿Cumplir? Sí, claro, pero es para que la gente se maneje bien con sus problemas.
- La integridad es una fortaleza de nuestro negocio. O, generalizando el caso, la Responsabilidad Social es una fortaleza. ¿No te lo crees? Bueno, pero entonces no esperes grandes resultados del programa.
- Demuestra que tienes confianza en tu gente. En toda. Y si te fallan diles que es una pena, y que lo vuelvan a intentar. No persigas a las personas, sino a las conductas inconvenientes. Tampoco mires hacia otro lado. Como vas a tener que montar mecanismos de control, explícales claramente cuáles son, para qué (para ayudarles a ellos) y cómo actúan: no van contra ellos, sino para ayudarles. Y si no lo entienden, vuelve a empezar. No juegues a policías y ladrones con tus empleados.
- Todos estamos implicados. Nadie es perfecto, y menos aún el Presidente del Consejo o el CEO. No hay gente de primera y gente de segunda.
- Cuenta con tu gente. Pregúntales, pierde el tiempo con ellos, que te cuenten lo que hacen (también lo que hacen mal). Si no te pones a su nivel, no te enterarás de lo que pasa en tu empresa.
- No luches solo. No inventes la rueda, que tiene ya muchos siglos de antigüedad. Aprende de otros, pide ayuda (esto no es un desprestigio más que para los tontos).
- El programa nunca estará acabado, siempre se puede mejorar.
Hoy es Navidad y aprovecho la ocasión para volver a desearos a todos una feliz Navidad. De verdad.
* Artículo públicado el 25 de diciembre en el blog de Antonio Argandoña