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El ejercicio de evaluación desarrollado por las empresas en relación a sus proveedores y contratistas suele implementarse bajo la lógica del control, debiendo ser capaz de generar alertas tempranas frente a incumplimientos o riesgos que puedan afectar el interés de la empresa contratante, pero, ¿podrían las evaluaciones ser una fuente de aprendizaje cuya retroalimentación abastezca de lecciones aprendidas para una mejor gestión?

Dado que el valor se construye en las transacciones que las empresas desarrollan, existe una riqueza inigualable en el terreno, allí donde las cosas ocurren.

Para ello, es imprescindible que las empresas avancen en modelos integrados de gestión, por medio de los cuales la interrelación entre los equipos destinados al control, los de compras y aquellos que se ocupan a los rediseños de procesos articulen flujos de información para la toma de indicadores clave, y así, el proceso de aprendizaje pueda llegar a buen puerto.

¿Cuál es la razón por la que sistemas externos de evaluación de proveedores y contratistas encuentren grandes dificultades en su implementación y desarrollo? Porque intentar incrustar un sistema “enlatado” en un entorno dinámico cuyas particularidades son únicas, y esto sin dudas resulta un reto fenomenal.

De esta forma, muchas empresas que han hecho este intento terminan por generar sucesivas adecuaciones al esquema original que termina en un desgaste de dudosa eficacia.

Hay claramente una riqueza en los vínculos existentes con proveedores y contratistas que las empresas no deben desperdiciar. Mejoras de procesos actuales, adecuación en la sistematización de datos, identificación de riesgos comunes, oportunidades e iniciativas para la creación de valor compartido son algunos de los beneficios que aporta el enfoque de aprendizaje conjunto.

El armado de una agenda de Diálogos con Proveedores y Contratistas clave para el negocio, en los cuales desarrollar un intercambio a partir de temas identificados como mutuamente prioritarios, es un punto de partida que toda empresa podría explorar.

Por otra parte, una adecuada inducción de los equipos intervinientes en las empresas contratantes es también un punto clave, para generar una evolución en el desarrollo de vínculos con proveedores y contratistas, pasando de la lógica de negociación “tipo pulseada”, para pasar a una articulación colaborativa en la que las partes entienden y asumen que lo necesario es “hacer crecer el negocio, y no pelear por la última porción”.

Iniciativas como de acción colectiva como Together for Sustainability - http://www.tfs-initiative.com/, de la industria química muestra ciertamente un avance significativo. Un poco menos de 20 empresas del sector han acordado pautas comunes para evaluar a sus proveedores y así establecer pautas comunes sectoriales y evaluaciones y auditorías unitarias que optimizan significativamente recursos al no solicitar a cada proveedor y contratista requisitos por cada empresa contratante y que los proveedores no deban recibir auditorías en forma individual por cada cliente con el que operan.

Estos espacios colectivos sectoriales también contribuyen a que las evaluaciones y controles no solo puedan ser cada vez más inteligentes y eficientes sino también para que el aprendizaje de terreno alimente el re-diseño de procesos clave hacia una adecuada gestión del negocio.

Las empresas que asuman que ya saben todo lo que necesitan saber para que sus negocios se extiendan exitosamente en las futuras generaciones deber revisar su modelo de gestión. Ser más humilde y reconocer la necesidad de aprender de otros, es un buen punto de partida para el desarrollo de iniciativas colaborativas de largo plazo.

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