Bueno, Cristian Rovira se acusaba en Expansión Cataluña del pasado 26 de mayo, diciendo “Soy un empresario egoísta”, que, para ganar más dinero, ha implantado jornada intensiva para sus empleados, creado condiciones especiales para las madres y padres con hijos pequeños, repartido fruta fresca a sus empleados para que estén más sanos, ofrecido clases de yoga, fomentado el deporte, ofrecido fisioterapia… “Se trata”, dice, “de puro egoísmo empresarial basado en la voluntad de ser más rentables o, hablando en plata, de ganar más dinero”.
Tener beneficios no es algo inmoral, sino todo lo contrario: de los beneficios viven algunas familias, se consigue mantener viva la empresa, se financia su crecimiento, se hacen nuevas inversiones, se adquiere estabilidad macroeconómica… Solo quiero aclarar dos cosas. Una: las motivaciones humanas son muchas y variadas, y suelen estar todas presentes en (casi) todas nuestras decisiones. De modo que ese empresario “egoísta” que está haciendo cosas buenas para sus trabajadores seguramente busca su beneficio, pero también su tranquilidad de conciencia, dormir sin sobresaltos de conciencia, ser bien considerado en su comunidad… Una prueba de ello es, probablemente, cuando una empleada le dice que gracias a su horario flexible puede atender mejor a sus hijos, él se alegra, y no solo porque su cuenta de resultados mejora.
Y otra: hay empresas que no pueden hacer todo esto, porque no tienen beneficios, o incluso están en una difícil situación para sobrevivir. También esas empresas son, o pueden ser, muy éticas, porque nadie está obligado a hacer lo que no puede hacer. La ética consiste primero en cumplir el deber. Y esto no es egoísmo.