En 1950, Peter Drucker definió el proceso ‘moderno’ de planificación estratégica y gestión del rendimiento, conocido como MBO, Management by Objectives.
La aproximación, o quizás malinterpretación, más extendida sobre esta práctica es aquella que se centra principalmente en el rendimiento individual, y a corto plazo: es decir en la planificación y control de los “objetivos” y “rendimientos”.
La gestión por objetivos se comporta en su proceso de planificación como una gota de mercurio que golpea en el suelo y se dispersa en una docena de trayectorias diferentes. Cada equipo puede estar motivado hacia un objetivo, pero cada uno lo hace hacia una dirección diferente enfocada en conseguir un indicador o logro inmediato.
Incluso en los casos donde los managers ponen más atención al rendimiento de grupo, los miembros de los equipos rara vez tienen unos objetivos alineados que realmente centren sus tareas y actividades hacia el objetivo común de satisfacer al cliente, y sobre todo, de favorecer al rendimiento global y sostenible de la empresa.
En este escenario, los empleados ven cómo los juegos políticos y egos sustituyen a las necesidades del cliente y el bien común a la hora de determinar la dirección de la empresa. Es entonces cuando la cultura de la organización tiende hacia el egocentrismo e individualismo.
Es difícil ganar los corazones y las mentes de las personas cuando las estrategias y los objetivos son “para el momento”.
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El camino de las Organizaciones de Alto Rendimiento: Ganando todos, Ganando juntos.
Este artículo es acerca de cómo cautivar los corazones y mentes de las personas. Corazones y mentes que se sientan energizados y capaces de construir una cultura organizacional a largo plazo que entregue un rendimiento sostenido. En definitiva, se trata de entender de cómo funciona realmente la dirección estratégica en las organizaciones de alto rendimiento.
Compromiso y responsabilidad son dos de los muchos retos a los que se enfrenta cada empresa, departamento o equipo. Con frecuencia “parecer un equipo” es todo lo que se consigue, pero “actuar como un equipo” donde todos cuentan y se comprometen con el mismo objetivo a menudo resulta mucho más difícil de alcanzar.
Sin embargo, hay mucho que aprender de las organizaciones que si han conseguido el objetivo real y engagement propuesto.
A continuación, tenemos algunas de las características clave que facilitan la involucración total hacia la consecución de los objetivos estratégicos consistentes y de largo plazo:
Este ciclo se basa en un profundo respeto hacia el trabajo y en la creencia de que el trabajo que crea valor merece algo más que repetirse de la misma manera durante décadas. El trabajo merece mejorarse, cambiar, adaptarse, y desarrollarse a partir del aprendizaje continuo de las personas que lo ejecutan.
El ciclo de Planificar-Hacer-Verificar-Ajustar dirige hacia la acción eficaz y eficiente. Se basa en una actitud, en un patrón de trabajo que se repite cada día, en cada persona a través de:
Este no tiene que ser un proceso largo; en realidad es un proceso de pensamiento continuo para enfrentarse a cualquier situación.
Para concluir, yo añadiría, el líder perfecto es quien conquista los corazones y las mentes de las personas, involucrándolas y capacitándolas para trabajar todos juntos hacia el éxito.
* Jonathan Escobar M. es Lean Manager en Hartmann Group, docente y socio cofundador de la High-Performance Organization Global Alliance.