Para los seguidores del debate sobre RSC, viene bien conocer una noticia que han publicado solo algunos diarios europeos a propósito de cómo se las gastan algunas grandes compañías con los medios de comunicación que no se pliegan a sus intereses.
Efectivamente, a lo largo de la presentación de los resultados del Banco HSBC el pasado 23 de febrero, su director general, Stuart Guillver, admitió que su Banco no invierte en publicidad en los medios que le habían dado una "cobertura hostil" a sus cuentas en Suiza, porque ese gasto publicitario no reporta beneficios a la empresa. Añadió, sin embargo, cínicamente en mi opinión, que con ello no pretendía “influir en la cobertura editorial de nadie".
Lo cierto es que, muy al contrario, el pasado 17 de abril Peter Oborne, editorialista del Daily Telegraph dimitió de su cargo acusando al periódico británico de ocultar las informaciones en torno al "SwissLeaks" y el escándalo de HSBC y doblegarse a los deseos de sus anunciantes.
Conviene recordar que HSBC viene siendo acusado en toda la prensa internacional de participación activa en la evasión fiscal de cientos de miles de contribuyentes desde la publicación de la famosa lista Falciani y por las revelaciones de "SwissLeaks". La evasión fiscal es un problema gravísimo para las haciendas nacionales. Mucho más en tiempos de crisis y de sacrificios sociales como los que vivimos.
A estos escándalos se ha unido otro nuevo, conocido bajo el término de "LuxLeaks", y que alude al gran escándalo político que atraviesa Europa con la "fuga fiscal" que produjo Luxemburgo haciendo acuerdos con las grandes empresas internacionales para eludir al fisco de los países europeos en los que operaban y cotizar a tipo mínimos (en torno al 2%) el impuesto de sociedades, a cambio de instalar sus sedes contables en dicho país.
Los actuales dirigentes de HSBC reconocen con "vergüenza" la conducta y los fallos de su filial suiza de banca privada y responsabilizan de los mismos a los antiguos ejecutivos. Sin embargo, tanto el actual director ejecutivo del grupo bancario, Douglas Flint, como el director general, Stuart Guillver, desempeñaban puestos de responsabilidad en la institución financiera cuando se aprobaron las prácticas que hoy están siendo investigadas.
Desde la década de los noventa, la institución financiera basada en sus orígenes en Hong-Kong y nacida del comercio del opio, ha experimentado una expansión masiva con la compra de decenas de bancos en todos los continentes, lo que le ha permitido convertirse en el primer grupo financiero europeo.
Su crecimiento -rodeado desde sus inicios de escándalos como la manipulación del mercado de tipos de cambio y el blanqueamiento del dinero de los carteles mexicanos- ha sufrido en 2014 un importante retroceso del 15,5% con respecto al año anterior. Pese a ello obtuvo un beneficio neto atribuido de 12.007 millones de euros.
HSBC defiende que las prácticas descubiertas por el robo de datos del informático Hervé Falciani han sido corregidas. Afirman que los ejecutivos responsables de las mismas no forman parte de la actual dirección y que están trabajando en la implementación de los estándares informativos de la OCDE y otras medidas para fomentar un mayor control.
No cabe duda de que este conglomerado de bancos tiene ante sí dos importantes retos si no quiere seguir sufriendo una caída de sus beneficios por las sanciones regulatorias. En primer lugar, garantizar el cumplimiento de un código ético y en segundo lugar, implantar una mayor transparencia como reclama la RSE.
En mi opinión la RSE es trasparencia, entre otras muchas cosas. Y transparencia es información porque de la información viene la opinión libre y la conducta ciudadana que premia o castiga a las compañías. Algunos estamos hartos de que nos inunden de propaganda y de marketing social, compañías o bancos que no cumplen lo más elemental de las obligaciones sociales: la responsabilidad fiscal con nuestros conciudadanos.
Ramón Jáuregui Atondo
Eurodiputado