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…habría que inventarlo, como suele decirse. Cuando alguien haga la historia de la RSE en España (esperemos que no sea una necrológica) no podrá hacerla sin dedicar un capítulo significativo a Diario Responsable, y a todos los que tras él han impulsado iniciativas relevantes de información en el ámbito de la RSE.

Ahora bien, la existencia y el recorrido que ha seguido DR  no es solo una contribución de primer orden al desarrollo de la RSE, sino que sus fortalezas y sus debilidades no son más que el reflejo de la potencialidad y, a la vez, las contradicciones del desarrollo de la propia RSE. Y creo que este es un buen momento para tomarlas en consideración.

La RSE necesita una mentalidad de ágora. Y, consiguientemente, necesita espacios que lo sean. Sin espacios de encuentro las personas que se dedican a la RSE tienen un riesgo altísimo de encontrarse relativamente aisladas en sus organizaciones, sean del tipo que sean. En RSE no se puede copiar, pero se puede aprender; y mucho. Y para aprender necesitamos espacios en los que no predomine lo políticamente correcto, sino espacios en los que sea posible dialogar (lo que incluye cuestionar y criticar) y compartir información. Estar al servicio de esta actitud y crear las condiciones para ella es quizás la máxima contribución de DR. Y, por lo menos, es un espejo que nos refleja a todos y, por supuesto, refleja la calidad del diálogo que mantenemos y de la información que compartimos. Calidad que se ha incrementado con los años, pero a la que todavía le queda bastante recorrido. Porque un ágora no es un simple contenedor de discursos e informaciones, sino un espacio en el que se construye un discurso compartido o, al menos, un marco de referencia compartido. En este sentido, sería una investigación interesante recorrer retrospectivamente estos años para constatar si ha habido (o no) algunos hilos conductores tanto en lo que atañe a la agenda de la RSE como a sus contenidos, y el itinerario que han seguido.

DR ha jugado un papel crucial en la consolidación de lo que denomino el club de la RSE. Afortunadamente, no ha circunscrito sus fronteras a España, sino que ha sido un espacio en el que se han escuchado voces –y voces relevantes- de América Latina. Pero aquí todavía hay mucho camino por delante. Necesitamos redes de información y conocimiento que permitan una mayor interrelación y mutua fecundación de la RSE que se expresa en castellano (y quienes me conocen saben que si de algo no tengo riesgo es de caer en algún tipo de chovinismo al respecto). La RSE no puede ser únicamente de matriz usamericana o europea, sino que es necesario que recoja la diversidad de voces, aunque solo sea porque es imposible cualquier RSE que no atienda al contexto. Nos falta todavía desarrollar una correcta comprensión de la RSE que combine a la vez arraigo en la comunidad y sea un componente de los procesos de internacionalización de las empresas. En este punto nos queda mucho por hacer, y, en cualquier caso, solo se puede llevar a cabo creando redes, y DR puede y debe ser un nodo de esta red. Ya que está de moda señalar lo importante que es hablar diversas lenguas, lo que aquí planteo es que la RSE ha de aprender a hablar cinco lenguajes: internacionalización, competitividad, innovación, gobernanza y sostenibilidad. Hay que hablar menos de RSE y más en estas lenguas, con el acento de la RSE. Ya que es costumbre que los diarios regalen cursos de idiomas, DR podría en los próximos años ayudar a que quienes hablan de RSE aprendan también estos lenguajes que he citado, y tengan competencia lingüística y operativa en ellos.

Finalmente, y como consecuencia de lo anterior, hemos de conseguir –progresivamente- que la RSE no sea una especialidad, o no sea vista como tal. Los perfiles laborales vinculados a la RSE son por si mismos una radiografía de su estado de salud (otra investigación pendiente). Es inevitable que deba haber especialistas y expertos en RSE. Pero la RSE no es para especialistas y expertos, cuya función principal debería ser la de convertirse en facilitadores, y no simplemente en hacedores. Con perdón de la comparación: del mismo modo que hay programas y cursos de literatura que satisfacen las exigencias de los expertos tanto como ahuyentan a los lectores y les vacunan contra la lectura, hay discursos sobre la RSE que solo consiguen complicar la vida y desanimar a quienes quieren acercarse a ella. Que la RSE deba ser rigurosa, crítica y exigente no significa que no pueda ser también amable, comprensible y adaptable.

DR ha sido una de las principales ágoras donde el club de la RSE ha podido reconocerse como tal. Su reto es –a la vez- consolidarse como tal y ampliar sus fronteras. Claro que esto no depende sólo de DR sino de todo el club de la RSE, al que lo peor que le podría pasar sería convertirse en una reunión de gente encantada de haberse conocido. No depende de DR, pero puede contribuir sin duda a empujar en una dirección u otra. 

Ah!, se me olvidaba: ¡feliz cumpleaños!

 

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