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El pasado fin de semana sugería en mi “post” la emergencia de una nueva realidad económica y social en numerosas esferas de actividad. Mencionaba en el post realidades emergentes en campos tan dispares como la gastronomía o las artes visuales, pasando por la sanidad o los estilos de vida.  Y sugería varias características comunes de un número creciente e imparable de soluciones que se basan en la aspiración a un mundo sostenible:

a) La sostenibilidad, la innovación y “internetconectividad” son ingredientes básicos que, con geometría variable, siempre aparecen combinados en esas iniciativas.

b) Surgen en la esfera local y comunitaria, pero tienen replicabilidad global.

c) La juventud está presente en el centro mismo de estos nuevos “brotes verdes” de un mundo más sostenible.

d) Estas iniciativas ofrecen a las empresas un terreno fértil para la co-creación de nuevas soluciones y nuevas oportunidades de mercado provechosas para la empresa y, al mismo tiempo, con un alto impacto social.

y e) Siempre o casi siempre están ligadas a un creciente ecosistema de emprendedores, joven, vibrante, dinámico y ambicioso. Realmente los jóvenes, esos a los que parece que la sociedad actual les cierra el paso, están abrazando la innovación emprendedora como una salida, y en ella se comienza a dibujar esta nueva realidad.

Sin embargo, me pregunto sobre un elemento clave que falta en este cuadro, – el “elefante invisible” en esta habitación poblada de nuevos protagonistas : ¿cuál es el papel de la política en un nuevo escenario donde las comunidades y los emprendedores guiados por principios de sostenibilidad son actores principales?

Hemos visto desde hace diez años más o menos cómo, a resultas de la globalización y la revolución de las redes sociales, ocurría un desplazamiento importante del poder a escala internacional a favor de las grandes empresas y las empresas globales. Y hemos visto cómo, en ese contexto y como respuesta, ha comenzado a emerger un nuevo pacto social, implícito pero que ya está aquí para quedarse, en la forma de la RSE y la sostenibilidad.

Pues bien, se ha dado en esos diez años un fenómeno paralelo de deslegitimación de la política democrática tradicional. Sin embargo, aún no ha surgido con fuerza similar al movimiento de sostenibilidad una corriente de reformulación de la política desde el ámbito ciudadano. Tan solo en los tres últimos años movimientos como el 15M o el “Ocuppy Wall Street” han apuntado en esa dirección: pero deben ser considerados como una voz que protesta contra lo que existe, más que como una alternativa a ello.

Si añadimos ahora esta nueva y poderosa corriente de nueva economía, repleta de iniciativas comunitarias que buscan valor para la empresa y la sociedad a un tiempo, muchas veces protagonizadas por jóvenes, basadas en la sostenibilidad, la conectividad de la red y la innovación, la distancia que se está abriendo entre la política democrática tradicional, ya de salida deslegitimada, y esta naciente realidad no hace sino ensancharse cada día.

¿Qué opinan los nuevos actores de la política? Probablemente las objeciones son dos:

a) La ven falta de ejemplaridad, aquejada por la corrupción,  que es contraria a la transparencia inherente a la nueva realidad. Y la ven rodeada de privilegios inmerecidos, cuando las nuevas iniciativas se basan sobretodo en ciudadanos que construyen entre iguales y donde el mérito de lo realizado es lo que cuenta.

b) Y sobretodo la ven muy remota: remota en sus formas (aún jerárquicas) que nada tienen que ver con la co-creación en red; y remota en sus contenidos (atados a cálculos electorales puramente nacionales), frente a la conciencia global de los nuevos actores

Ayer vi la película "La Ola". Narra en el terreno de la ficción, en nuestros días y en Alemania, un experimento realizado por un profesor que construye con sus alumnos el embrión de una autocracia. Narra cómo a partir de la solidaridad comunitaria y el sentimiento de injusticia social se va construyendo la pertenencia al grupo, que motiva a todos. Narra cómo la falta de educación cívica hace que los alumnos se subsuman en el “yo” grupal a costa de la libertad individual. Y narra cómo la falta de educación democrática, les lleva desde la construcción del grupo a la exclusión de otros grupos y otros individuos…No es un gran película, pero probablemente es una película importante en la que, como dice su director, Dennis Gansel, “la ignorancia de las nuevas generaciones puede ser peligrosa”.

Y es que, desde el prisma de la cultura democrática hay algo esencial que no cabe olvidar: por muy vibrante que sea la realidad naciente, los asuntos públicos y el bien común no pueden articularse en una sociedad sin la ayuda de la política democrática.

Si la política democrática hoy no tiene mucho que ver con la realidad emergente de una nueva economía sostenible, innovadora y en red, hará bien la política en reformularse con rasgos ciudadanos mucho más acusados.

Nos va en ello la construcción del bien común en la sociedad que parece que despunta. Y, más perentoriamente, nos va en ello que los valores democráticos sean transmitidos a esa realidad naciente.

@escuderomanu

Director General of Deusto Business School.

Special Adviser of the UN supported initiative PRME.

http://blogs.deusto.es/sustainabilitymatters


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