Quizás si el proyecto política europeo fuese mas audaz y ambicioso, viviríamos la marcha de Ramón Jáuregui al Parlamento de Bruselas con menos melancolía. Las cosas son como son y Ramón cambia de escenario político. Estoy seguro que lo vamos a notar a faltar. En las actitudes y en las ideas...
Somos mucho los que admiramos algunas cosas de Ramón: la capacidad de escuchar al adversario, la flexibilidad de establecer una conversación parlamentaria o política que permita una aproximación real de posiciones, la definición de un discurso propio y personal, más allá de los argumentaríos partidarios, la pasión en la defensa de las propias posiciones, el rigor en los planteamientos, la humanidad en las relaciones.
Ramón ha sido uno de los impulsores claves en la eclosión del movimiento a favor de la responsabilidad social de las empresas. En sus iniciativas parlamentarias en la legislatura 2000-2004, en su liderazgo en los trabajos de la subcomisión parlamentaria creada durante la pasada legislatura y que culminó con la aprobación de un amplio paquete de recomendaciones, en su activismo en los medios de comunicación y en el debate con la sociedad civil organizada.
Quizás somos muchos que siempre hemos pensado, que Ramón hubiese merecido, por méritos propios, un papel mas relevante en la política española. Un Ministerio, por ejemplo. Quizás Ramón es demasiado sólido en tiempos de políticas postmodernas. El PSOE se lo pierde. Y claro, el conjunto de los ciudadanos también.
En todo caso estoy convencido que Ramón va a saber aprovechar bien su paso por el Parlamento Europeo. Su vocación publica, su curiosidad intelectual y su compromiso político le van a llevar a lanzar ideas y generar debates. Seguro que el Parlamento va a salir ganando.
En todo caso, Ramón dignifica la politica; la política entendida como la mejora de la sociedad y el dibujar horizontes de esperanza
De él he aprendido algunas cosas. Y por eso le doy las gracias y le deseo buena suerte en su nueva etapa.
Carles Campuzano
Diputado De Convergencia i Unió