
Retree —empresa española dedicada a la reforestación regenerativa con tecnología y enfoque social— diseñó ROOTS 2025 como un espacio para acelerar la recuperación de ecosistemas y superar los modelos clásicos de compensación, cuestionados por su falta de garantías. Tal como recogen diversos informes internacionales citados durante la jornada, el principal reto del mercado voluntario de carbono sigue siendo conciliar el crecimiento del volumen con la integridad ambiental, una tensión que erosiona la confianza y compromete la validez de los objetivos climáticos corporativos.
En esta línea, Pedro Pérez de Ayala, fundador de Retree, insistió en que la regeneración y las soluciones basadas en la naturaleza deben apoyarse en evidencia científica y en mecanismos de verificación sólidos: “En un momento de desconfianza global, estas soluciones deben construirse sobre ciencia, tecnología y certificación independiente”, señaló. “Si algún día ROOTS deja de ser necesario, significará que regenerar y mejorar el planeta será la base de toda acción humana y empresarial”.
La primera mesa redonda abordó la integridad del mercado de carbono. En ella, Samir Samhan (CaixaBank) y Carlos Vitoria (Fundeen) coincidieron en que los sistemas de seguimiento verificables serán decisivos para diferenciar proyectos solventes.
Samhan subrayó: “El futuro del mercado voluntario pasa por la trazabilidad absoluta. No basta con emitir créditos: hay que demostrar con datos que cada tonelada es real, adicional y permanente”.
Ambos remarcaron que la integridad será el factor competitivo de esta década y que el impacto social debe formar parte inseparable de estos proyectos. La conversación entre el biólogo y divulgador rural Fernando Blanco y Leticia Pérez, directora general de Retree, se centró en el papel del suelo como base de la regeneración. Recordaron que el 74 % del territorio español está en riesgo de desertificación, lo que convierte la salud del suelo en un elemento crítico para la resiliencia de los bosques.
Blanco, vecino de la aldea ourensana de A Veiga, aportó una reflexión sobre el valor del conocimiento local: “Cada vez que fallece un mayor, se pierde una superficie entera de conocimiento sobre el campo y su manejo”.
Ambos ponentes alertaron también de cómo los incendios extremos y la pérdida de materia orgánica aceleran la degradación del suelo, reducen la capacidad de retención de agua y carbono y amenazan los servicios ecosistémicos de los que dependen numerosas actividades económicas.
La segunda mesa, con la participación de Amanda del Río (Fundación Global Nature) y Giorgos Tragapoulos (EY), evidenció que los riesgos ambientales impactan directamente en los resultados empresariales.
Del Río destacó: “Los riesgos ambientales son también riesgos financieros: afectan a las cadenas de suministro, elevan costes y reducen competitividad. Integrarlos en la estrategia corporativa es una necesidad económica, no solo reputacional”.
Durante el debate se recordó que más del 50 % del PIB mundial depende de los servicios de la naturaleza y que los fenómenos climáticos extremos están incrementando exponencialmente los costes operativos. Las compañías con estrategias ESG consolidadas, afirmaron, muestran mayor resiliencia financiera.
La jornada cerró con la presentación de la nueva versión del algoritmo CARBIN, el sistema MRV propio de Retree, expuesto por Marie Drouard, responsable de I+D+i. Esta tecnología combina análisis satelital y algoritmos avanzados para monitorizar en tiempo casi real la absorción de carbono, la calidad del suelo, el comportamiento hídrico y el impacto social —incluidas las horas de empleo local generadas— en cada proyecto de regeneración.
Según explicó la compañía, esta herramienta busca aportar transparencia a un sector históricamente opaco y dar respuesta a los desafíos identificados durante la COP30: falta de veracidad, ausencia de métricas homogéneas y dificultades para asegurar la permanencia del carbono.
El sistema se encuentra en proceso de doble certificación internacional, con EY verificando la tecnología y la Universidad Católica de Ávila evaluando la base científica del modelo. Drouard añadió: “No certificamos cada tonelada individual, sino nuestro sistema de medición. Esto nos permite ofrecer un estándar internacional innovador y escalar proyectos de forma rápida y eficiente, generando impacto ambiental y social tangible”.