Publicado el
La reducción drástica en la inversión sanitaria internacional amenaza con colapsar los sistemas de salud de los países más vulnerables. La Organización Mundial de la Salud alerta de que este año podrían perderse hasta 10.000 millones de dólares en ayuda, afectando especialmente a África subsahariana.
La salud global en jaque: los recortes provocan una crisis sin precedentes

Una tormenta perfecta sacude la financiación sanitaria global. Los recortes presupuestarios en los países más ricos están dejando sin oxígeno a los sistemas de salud de numerosas naciones en desarrollo. La advertencia llega desde la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), que alerta de una crisis de financiación que no se veía desde los peores momentos de la pandemia.

En su comparecencia ante los medios en Ginebra, la doctora Kalipso Chalkidou, directora de Financiación y Economía Sanitaria de la OMS, fue tajante: “Nos enfrentamos a una emergencia sanitaria global provocada por una caída histórica en la ayuda internacional”. Según datos de la organización, la inversión mundial en salud podría desplomarse un 40% en 2025 respecto al año anterior, lo que supondría una pérdida de 10.000 millones de dólares.

Entre los principales responsables del recorte se encuentran Estados Unidos, varios países europeos y organismos de la Unión Europea, que han optado por congelar o reducir significativamente sus aportes a la cooperación sanitaria internacional, según informa Naciones Unidas.

Impacto devastador en África subsahariana

Las consecuencias de esta retirada de fondos ya se dejan sentir con crudeza en África subsahariana, una región donde muchos países dependen en gran medida de la ayuda exterior para mantener sus sistemas sanitarios. En países como Malaui, Mozambique o Zimbabue, el apoyo internacional representa entre un 25% y un 30% del gasto total en salud.

Desde 2006, el financiamiento externo por habitante ha superado al gasto sanitario nacional en los países de renta baja, lo que evidencia la fragilidad estructural de estos sistemas. La situación se agrava aún más en un contexto de endeudamiento creciente: hay países que destinan más del doble al pago de la deuda que a la atención médica de su población.

Servicios sanitarios paralizados

Una encuesta reciente de la OMS revela que muchos países están experimentando interrupciones en la atención médica “no vistas desde el pico de la COVID-19”. Estas disrupciones afectan tanto a programas de vacunación como a tratamientos para enfermedades crónicas y servicios maternoinfantiles, comprometiendo seriamente la salud pública.

Frente a este escenario, la OMS ha hecho un llamamiento urgente para repensar el modelo de financiación sanitaria. Propone que los países diversifiquen sus ingresos, por ejemplo, a través de impuestos sobre productos nocivos para la salud como el alcohol o el tabaco, y que recurran a préstamos blandos de instituciones financieras internacionales para sostener inversiones estratégicas en salud.

 

Con el horizonte puesto en soluciones concretas, la OMS participará en la próxima Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, que se celebrará en Sevilla. Se espera que este encuentro sirva para visibilizar la magnitud del problema y activar compromisos internacionales que ayuden a revertir esta crisis.

El mensaje es claro: sin financiación adecuada, los avances logrados en las últimas décadas en salud global están en serio peligro. La salud, como derecho universal, no puede depender del vaivén de los presupuestos.

En este artículo se habla de:
NoticiasSocialderechos humanossalud universal

¡Comparte este contenido en redes!

Este sitio utiliza cookies de terceros para medir y mejorar su experiencia.
Tu decides si las aceptas o rechazas:
Más información sobre Cookies