Publicado el
La guerra y la violencia empujan a más de 123 millones de personas a huir de sus hogares, según alerta el último informe de ACNUR. Sudán supera por primera vez a Siria como epicentro del desplazamiento forzoso, en un escenario global marcado por el sufrimiento humano y los recortes en ayuda internacional.
Récord de desplazamientos forzados con mínimos históricos de ayuda internacional

Los desplazamientos forzados baten un nuevo récord. A finales de 2024, un total de 123,2 millones de personas se encontraban lejos de sus hogares a causa de guerras, persecuciones o catástrofes, según revela el último informe Tendencias Globales de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Una cifra alarmante, que crece por duodécimo año consecutivo y que expone la fragilidad del panorama internacional.

Por primera vez desde el inicio del conflicto sirio, Sudán ocupa el lugar más crítico en la crisis del desplazamiento. Desde abril de 2022, el país africano ha visto cómo 14,3 millones de personas se han visto obligadas a huir, de las cuales 11,6 millones lo han hecho dentro de sus propias fronteras. Esto supone un tercio de toda la población sudanesa y representa, según ACNUR, “la mayor crisis de desplazamiento interno jamás registrada”.

En contraste, Siria ha dejado de liderar la dramática lista debido al regreso de 1,7 millones de personas a sus lugares de origen tras el derrocamiento del régimen de Bashar al Assad, lo que ha generado tímidas esperanzas de estabilidad.

El drama del desplazamiento no se limita a África o Medio Oriente. América Latina también experimenta un repunte preocupante. En 2024, 21,9 millones de personas se desplazaron en la región. Haití, por ejemplo, triplicó su cifra de desplazados internos en lo que va de año, superando el millón. Colombia, por su parte, mantiene una de las tasas más elevadas del mundo, con cerca de siete millones de personas desplazadas.

En el caso de Venezuela, el informe reporta un aumento del 2% respecto al año anterior, contabilizando 370.200 refugiados y 5,9 millones de personas que requieren protección internacional. La mayoría permanece en países latinoamericanos vecinos, enfrentando desafíos estructurales para su integración.

Sadeqa, una madre rohingya que huyó de Myanmar tras el asesinato de su esposo, representa uno de los rostros invisibles del éxodo global. Su testimonio, recogido en el informe, describe su huida hacia Bangladesh y, posteriormente, en barco hacia un destino incierto. Hoy vive con su hijo en Indonesia, tras semanas a la deriva. “Buscamos un lugar donde podamos vivir en paz”, expresa Sadeqa, en palabras que resumen el deseo de millones.

Luz entre las sombras: retornos y reasentamientos

A pesar de las cifras desalentadoras, el informe también destaca señales positivas. En 2024, 9,8 millones de personas regresaron a sus hogares, incluyendo 1,6 millones de refugiados y 8,2 millones de desplazados internos, sobre todo en Afganistán y Siria. Además, 188.800 refugiados fueron reasentados permanentemente en terceros países, la cifra más alta en cuatro décadas.

Sin embargo, ACNUR advierte que muchos retornos no se producen en condiciones dignas. Casos como el de personas afganas o haitianas deportadas a contextos inseguros evidencian que los retornos deben ser voluntarios, seguros y sostenibles, algo que sólo puede lograrse con procesos de paz duraderos y desarrollo estructural.

Recortes que agravan la emergencia

Mientras la necesidad humanitaria se dispara, la financiación no acompaña. ACNUR denuncia que los recursos disponibles se han mantenido estancados durante la última década, a pesar de que la población desplazada se ha duplicado en ese mismo periodo.

“Vivimos en un momento de intensa volatilidad en las relaciones internacionales, en el que la guerra moderna crea un paisaje frágil y desgarrador marcado por un agudo sufrimiento humano”, afirmó el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi.

Desde la agencia advierten que los recortes “brutales” en la ayuda internacional están dejando aún más expuestas a comunidades ya vulnerables, y ponen en peligro la estabilidad regional.

En un mundo donde el desplazamiento forzoso ya no es una excepción, sino una constante, ACNUR hace un llamamiento a la comunidad internacional: la paz y la cooperación global son imprescindibles para revertir esta tendencia y garantizar que millones de personas puedan reconstruir sus vidas con dignidad.

¡Comparte este contenido en redes!

Este sitio utiliza cookies de terceros para medir y mejorar su experiencia.
Tu decides si las aceptas o rechazas:
Más información sobre Cookies