La segunda sesión reanudada de la Asamblea de ONU-Habitat, el principal órgano de decisión sobre urbanización sostenible y asentamientos humanos, se celebra del 29 al 30 de mayo de 2025 en la sede de las Naciones Unidas en Nairobi. Compuesta por los 193 Estados miembros de la ONU, la Asamblea tiene como objetivo cerrar las decisiones pendientes desde su anterior encuentro en 2023 y avanzar hacia un modelo de desarrollo urbano centrado en las personas.
La urgencia no es menor: según datos oficiales citados por ONU-Habitat, 2.800 millones de personas enfrentan actualmente alguna forma de inadecuación habitacional. De ellas, 1.120 millones residen en asentamientos informales —una cuarta parte de la población urbana mundial— y otras 300 millones viven directamente en situación de calle.
La expansión de barrios marginales se ha intensificado, especialmente en regiones del sur global. En África Subsahariana, por ejemplo, el porcentaje de habitantes en tugurios subió del 50,2 % al 53,6 % entre 2020 y 2022. En Asia oriental y sudoriental, el aumento fue del 21,7 % al 24,8 %. Estas cifras reflejan profundas desigualdades estructurales asociadas a la falta de tenencia segura de la tierra, la debilidad de la gobernanza urbana y la escasa inversión pública en vivienda asequible.
A ello se suma la amenaza del cambio climático: para 2040, más de 2.000 ciudades estarán situadas en zonas costeras bajas —menos de cinco metros sobre el nivel del mar—, y otras 2.620 por debajo de los diez metros. Actualmente, 1.400 millones de personas viven en estas áreas vulnerables, y se estima que la cifra seguirá creciendo. Las inundaciones, cada vez más frecuentes y devastadoras, afectan ya a mil millones de personas, la mitad de ellas en zonas urbanas.
Vivienda como derecho y motor económico
El acceso a una vivienda adecuada no es solo una cuestión de justicia social, sino también un factor clave para el desarrollo económico. En algunos países, el sector de la vivienda representa hasta el 15 % del PIB. Sin embargo, el desequilibrio persistente entre la oferta y la demanda, junto con el aumento de los precios y el estancamiento de los ingresos, ha generado una crisis global de asequibilidad.
Ciudades como Madrid, Berlín, Sídney o Dubái enfrentan un acceso cada vez más restringido a la vivienda, mientras que en muchas ciudades africanas las personas dependen de soluciones informales precarias. Según la OCDE, el coste de la vivienda no debería superar el 30 % de los ingresos del hogar, umbral ampliamente sobrepasado en numerosos contextos urbanos.
Para diseñar políticas eficaces, ONU-Habitat insiste en la necesidad de recopilar y analizar datos habitacionales desagregados por ingresos, género, edad y ubicación. Es fundamental conocer el estado del parque habitacional, la asequibilidad, el régimen de tenencia, la tasa de vacantes, el acceso a servicios básicos y la distribución espacial de los asentamientos informales.
La integración de censos, registros administrativos y datos geoespaciales permitirá alinear los esfuerzos nacionales con indicadores como el ODS 11 (ciudades y comunidades sostenibles), especialmente su meta 11.1.1 sobre vivienda adecuada. El fortalecimiento de observatorios de vivienda y plataformas de datos abiertos es una prioridad destacada.
Una hoja de ruta global: Plan Estratégico 2026–2029
Durante esta sesión en Nairobi, se prevé la adopción del Plan Estratégico 2026–2029 de ONU-Habitat, una hoja de ruta para los próximos cuatro años orientada a generar impactos tangibles en el terreno. El documento se estructura en torno a tres grandes áreas de impacto:
Este enfoque promueve la transformación de asentamientos informales, la mejora del acceso a servicios básicos y la garantía del derecho a una vivienda digna como ejes centrales de la agenda global. El plan se implementará mediante el apoyo técnico y financiero a los Estados Miembros y otros actores clave. Entre las líneas de acción destacan la planificación urbana participativa, la gobernanza democrática del suelo, la movilización de recursos y el fomento de la innovación. También se subraya la importancia de fortalecer alianzas multisectoriales para avanzar en soluciones integradas y sostenibles.
Según ONU-Habitat, para 2030 se necesitarán al menos 40 millones de viviendas nuevas, sobre todo en regiones con alto crecimiento poblacional como África y Asia. Si no se toman medidas estructurales, la desigualdad urbana y la exclusión social podrían intensificarse drásticamente. El acceso a una vivienda digna no es solo un indicador de bienestar, sino una condición indispensable para construir ciudades más justas, inclusivas y sostenibles. En palabras del propio organismo, “el futuro de las comunidades humanas dependerá de si las personas tienen o no un lugar digno donde vivir”.