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En el Día Internacional contra la LGTBIfobia, Naciones Unidas lanza un contundente mensaje: los retrocesos en derechos y servicios para personas LGBTIQ+ amenazan no solo la dignidad de millones, sino también la capacidad de las comunidades para liderar transformaciones sociales y climáticas justas.
Los recortes en salud y derechos LGBTIQ+ ponen en riesgo la justicia social

El 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, Naciones Unidas ha lanzado una advertencia clara: los recortes en financiación para servicios de salud esenciales y para organizaciones de la sociedad civil que defienden los derechos LGBTIQ+ pueden tener consecuencias devastadoras.

“Trágicamente, la violencia y la discriminación siguen siendo parte del día a día de millones de personas LGBTIQ+ en todo el mundo”, lamentó el Secretario General de la ONU, António Guterres, en una declaración oficial recogida por el organismo. A su juicio, los ataques discursivos, físicos y legislativos contra estas comunidades se ven agravados por una tendencia creciente a reducir el apoyo institucional justo cuando más se necesita.

Este año, el lema elegido por Naciones Unidas, “El poder de la comunidad”, pone el foco en el papel transformador de las redes LGBTIQ+ y de quienes las acompañan. Estas alianzas —afirma Guterres— “son fuentes de apoyo, resiliencia y cambio”, y resultan esenciales para avanzar en un mundo más igualitario y sostenible.

“Su ejemplo debería inspirarnos a todos para hacer realidad un mundo donde todas las personas puedan vivir con libertad, igualdad y dignidad”, subrayó el dirigente. Desde el ámbito de los derechos humanos, el Alto Comisionado de la ONU, Volker Türk, sumó su voz en defensa del rol clave que juegan estas comunidades en el progreso social. “Su dinamismo y creatividad enriquecen nuestras sociedades”, destacó en un comunicado, valorando especialmente su contribución a logros como la despenalización de la homosexualidad, leyes antidiscriminatorias o el reconocimiento de la identidad de género.

No obstante, Türk también advirtió que los desafíos siguen siendo enormes. Denunció que determinados líderes políticos están promoviendo discursos de odio para dividir a la sociedad y justificar leyes regresivas, como la censura de contenidos educativos inclusivos o la prohibición de las marchas del Orgullo.

“El momento actual exige un compromiso colectivo para frenar estas tendencias y defender a las personas LGBTIQ+ de toda forma de violencia y discriminación”, reclamó. Para ello, consideró crucial reforzar la solidaridad social y exigir que tanto los Estados como las grandes plataformas tecnológicas se impliquen activamente en frenar los discursos de odio y proteger los espacios de diálogo democrático.

En un contexto de crisis climática, ecológica y social, el debilitamiento de las comunidades más vulnerables pone en jaque los pilares de una transición justa. La justicia climática, recuerdan desde la ONU, no puede desligarse del respeto pleno a los derechos humanos. Las personas LGBTIQ+, con sus redes de apoyo y su capacidad de movilización, forman parte esencial de las soluciones sostenibles y comunitarias que el planeta necesita. Como concluyó Guterres: “Las Naciones Unidas no descansarán hasta hacer realidad los derechos de todas las personas, sean quienes sean y amen a quien amen”.

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