La reciente anulación judicial de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) en Madrid Central y Plaza Elíptica ha reavivado el debate sobre cómo enfrentar la contaminación en la capital. A pesar de la decisión legal, un 77% de los madrileños se muestra a favor de las ZBE, según un informe del Foro de Movilidad de Alphabet, una empresa de movilidad del Grupo BMW. Sin embargo, solo el 26% de los encuestados considera que esta medida es la más efectiva para mejorar la calidad del aire.
El apoyo ciudadano a las ZBE está acompañado de importantes matices. De ese 77%, un 24% condiciona su respaldo a que las restricciones no afecten su movilidad personal, lo que señala la necesidad de medidas complementarias que ofrezcan soluciones prácticas. Los ciudadanos, preocupados por su libertad de desplazamiento, insisten en que las alternativas deben ser accesibles y eficientes.
En esta línea, la gran mayoría de los madrileños apuesta por medidas que impulsen el uso del transporte público como una herramienta clave contra la contaminación. Un 64% de los encuestados prefiere la promoción de ayudas para abaratar el transporte colectivo, y un 57% exige más inversiones para ampliar y mejorar la red de transporte público. Estos resultados subrayan que, aunque las ZBE son bien vistas, la verdadera demanda ciudadana es un sistema de transporte público robusto, que no solo reduzca la contaminación, sino que también ofrezca una opción más atractiva frente al coche privado.
El informe refleja un cambio de paradigma en la percepción de la movilidad sostenible: no basta con imponer restricciones al uso de vehículos privados, sino que las políticas públicas deben acompañarse de una inversión decidida en infraestructura y servicios de transporte que sean realmente competitivos. Si bien las Zonas de Bajas Emisiones son una pieza importante en la lucha contra la contaminación, las voces ciudadanas parecen dejar claro que sin un transporte público eficiente y accesible, estas medidas podrían resultar insuficientes.
Madrid, como otras ciudades en Europa, enfrenta el reto de equilibrar las políticas de reducción de emisiones con las necesidades de sus habitantes. Las futuras decisiones deberán tener en cuenta estos matices, combinando la limitación del tráfico con un fortalecimiento de los servicios públicos, para construir una ciudad más sostenible y habitable para todos.