Los últimos datos recolectados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) han revelado una impactante realidad: la pandemia de COVID-19 ha deshecho más de una década de avances en la esperanza de vida a nivel global. Durante los primeros años de este desafío sanitario sin precedentes, comprendidos entre 2019 y 2021, la esperanza de vida disminuyó en un promedio de 1.8 años, retrocediendo a niveles que no se veían desde 2012, situándose en 71.4 años. Este retroceso representa un duro golpe al progreso logrado en el campo de la salud a escala mundial.
En respuesta a estas conclusiones, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha destacado la fragilidad de los sistemas de salud globales cuando se enfrentan a emergencias como la pandemia de COVID-19. Este llamado de atención subraya la urgente necesidad de fortalecer y mejorar la preparación y la capacidad de respuesta de los sistemas de salud en todo el mundo, así como de establecer mecanismos más efectivos para abordar futuras crisis sanitarias de manera coordinada y equitativa.
"En solo dos años, la pandemia de COVID-19 ha borrado una década de avances en la esperanza de vida", afirmó Tedros. "Por eso, es fundamental el nuevo Acuerdo sobre Pandemias, no solo para fortalecer la seguridad sanitaria global, sino también para proteger las inversiones a largo plazo en salud y promover la equidad dentro y entre los países".
Los datos también revelan que las Américas y el Sudeste Asiático han sido las regiones más afectadas por el virus, con una disminución en la esperanza de vida de aproximadamente tres años. Por el contrario, los países del Pacífico Occidental experimentaron un impacto mínimo durante los dos primeros años de la pandemia, con pérdidas menores en la esperanza de vida.
Antes de la pandemia, las enfermedades no transmisibles continuaban siendo la principal causa de muerte, representando el 74% de todas las muertes en 2019. Sin embargo, durante la pandemia, afecciones crónicas como enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, cáncer y demencia estuvieron detrás del 78% de las muertes no transmisibles. Otros factores importantes que influyen en la pérdida de vidas son la malnutrición, la desnutrición, el sobrepeso y la obesidad. En 2022, más de mil millones de personas mayores de cinco años vivían con obesidad, mientras que más de 500 millones tenían un peso inferior al normal.
El informe de Estadísticas Sanitarias Mundiales de la OMS también destaca los desafíos que enfrentan las personas con discapacidad, los refugiados y los migrantes. En 2021, aproximadamente 1300 millones de personas, es decir, el 16% de la población mundial, tenían alguna discapacidad. La agencia sanitaria de la ONU insistió en que este grupo se ve afectado de manera desproporcionada por las inequidades sanitarias derivadas de condiciones evitables e injustas.
Señalando una problemática similar, la OMS destacó la falta de acceso a la atención médica para refugiados y migrantes, al constatar que solo la mitad de los países analizados entre 2018 y 2021 les proporcionaban asistencia sanitaria financiada con fondos públicos al mismo nivel que al resto de ciudadanos.
"Esto subraya la urgente necesidad de que los sistemas de salud se adapten y aborden las persistentes desigualdades y las cambiantes necesidades demográficas de las poblaciones mundiales", indicó la OMS.
A pesar de los múltiples desafíos para la salud pública provocados por el COVID-19, se han logrado avances hacia el logro de una mejor salud para todos, en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Desde 2018, 1500 millones de personas adicionales han experimentado una mejora en su salud y bienestar a nivel mundial, y 585 millones de personas más tienen ahora acceso a la cobertura universal de salud.