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Un nuevo año comienza y con el vienen 365 nuevas oportunidades de avanzar rumbo al desarrollo sostenible. A pesar del creciente reconocimiento global sobre la importancia del medio ambiente y los esfuerzos para reducir el uso de combustibles fósiles, persisten avances insuficientes y lentos en la forma en que interactuamos con la naturaleza, consumimos sus recursos y gestionamos los desechos que generamos. En este escenario, Naciones Unidas hace un análisis de cuáles son los principales desafíos para alcanzar la agenda 2030.
2024: detener la guerra contra el planeta

Detener el consumo y la producción insostenibles, que han contribuido a la disminución de la biodiversidad y afectado la salud de los ecosistemas marinos, terrestres y de agua dulce, resultó ser un punto crucial en la creación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Lanzada en 2015, esta Agenda trazó un plan de 15 años para alcanzar 17 objetivos interrelacionados, conocidos como Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con el objetivo de cambiar la dirección insostenible que estábamos tomando.

En un nuevo artículo recientemente publicado por expertos de Naciones Unidas, se examina el progreso mundial desde 2015 en la lucha contra el cambio climático, la promoción de energía limpia, la adopción de prácticas de producción de alimentos sostenibles y la preservación del planeta.

El artículo profundiza en aspectos cruciales para el cumplimiento de los ODS:

  1. La naturaleza en peligro: A mitad del camino hacia la fecha límite de 2030, la conciencia global sobre la protección de la biodiversidad ha aumentado, pero los esfuerzos para transformar la interacción humana con la naturaleza y el consumo de recursos siguen rezagados en términos de velocidad y escala. En 2023, tres cuartas partes del ecosistema terrestre del planeta y alrededor del 66% del medio ambiente marino han sido alterados significativamente por la acción humana. Además, más de un tercio de la superficie terrestre del mundo y casi el 75% de los recursos de agua dulce están ahora dedicados a la producción agrícola o ganadera. La degradación del hábitat natural y la pérdida de biodiversidad están teniendo graves impactos en las comunidades de todo el mundo, con entre 100 y 300 millones de personas en riesgo de sufrir inundaciones y huracanes en 2023 debido a la pérdida de hábitats costeros.
  2. Demasiado consumo, poca protección: En 2015, solo el 14% de los ecosistemas terrestres y menos del 9% de los ecosistemas marinos estaban oficialmente protegidos. Un tercio de los recursos marinos mundiales provenientes de los peces se estaban obteniendo a niveles insostenibles, mientras que el 60% de todo el plástico producido en 2015 se desechó como residuo, contaminando océanos, ríos y lagos. Aunque ha habido avances, los compromisos actuales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero indican un camino hacia un aumento de temperatura de 3°C para 2100, el doble del límite considerado necesario para evitar los impactos más destructivos.
  3. Combustibles fósiles versus energía limpia: En 2015, el 87% del mundo tenía acceso a alguna forma de electricidad, pero casi 1100 millones de personas carecían de ella, principalmente en África. A pesar de la caída de los precios del petróleo y la dominancia de los combustibles fósiles con inversiones globales cercanas a los 1300 millones de dólares, solo el 60% de la población mundial tenía acceso a combustibles limpios para cocinar. Las mujeres, en particular, enfrentaban una mayor carga para la salud debido a la exposición a la contaminación del aire en espacios cerrados. Además, en 2015, el carbón representó casi el 40% de la electricidad mundial generada.
  4. ¿Hambre cero?: Cuando se adoptaron los ODS en 2015, más de 795 millones de personas padecían hambre, representando el 11% de la población mundial. Las crisis prolongadas en algunos países resultaron en tasas de hambre más de tres veces más altas que en otros lugares. La mala nutrición afectó el crecimiento y desarrollo de 159 millones de niños menores de cinco años.
  5. (In)seguridad alimentaria: A pesar de algunos avances, con la prevalencia del hambre disminuyendo marginalmente al 9,2% de la población mundial en 2023, la pandemia de COVID-19, las crisis climáticas y los conflictos, como la invasión rusa de Ucrania, han elevado los costos de alimentos, combustibles y fertilizantes. En 2022, aproximadamente 735 millones de personas padecían hambre, una cifra que sigue siendo significativamente superior al nivel prepandémico, y 148 millones de niños todavía enfrentan retraso en el crecimiento debido a una nutrición inadecuada. Además, se destaca la necesidad de apoyar a las economías en desarrollo en la adaptación de su producción de alimentos a los impactos del cambio climático, ya que los pequeños agricultores producen un tercio de los alimentos del mundo pero reciben solo el 1,7% de la financiación climática.

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